
El boletín// por Aurelio Pedroso. Aunque el estribillo de tal melodía salsera estaba dirigido a la explosión de migrantes de otras provincias hacia la capital del país, quienes por oficio rentan habitaciones de manera oficial o privada lo han desempolvado porque es una realidad que hoy por hoy encontrar alojamiento en La Habana es como intentar hallar la famosa aguja en el pajar.
El jaque mate, básicamente, lo han dado los gringos a pesar de que aún no se les está autorizada libremente la visita a la isla. No obstante a ello existen 12 categorías en el Departamento del Tesoro que propician visitarla y que el interesado lo único que debe hacer es seleccionar si viene como religioso, académico, deportista o formando parte de un grupo musical que interpreta la Quinta Sinfonía de Beethoven con latas de Coca Cola habilitadas al efecto. Lo que sea, cinco biblias en la maleta y estoy llegando.

Sólo como botón de muestra anda buscando ahora mismo un productor y colega de un gran medio de EEUU dónde alojar a unos ejecutivos de su cadena porque en hoteles ya no hay capacidad y las posibilidades en residencias privadas son escasas. ”Me veo de cabeza en el Instituto de Cardiología con un infarto… se los he dicho, que no jodan más y renten un mini crucero y anclen en la bahía”.
Marzo será una prueba de fuego hasta para el agua embotellada. La llegada del Presidente norteamericano con una cola más larga que la del mono araña; el Festival del Habano con esa humareda aromática que aterra a los no fumadores; la posibilidad de que The Rolling Stones nos interpreten en vivo a “Satisfaction”; la Semana Santa, que tantos “peregrinos” arrastra a diversiones y excesos; la presunta llegada de un equipo de béisbol de las Grandes Ligas más congresos y eventos internacionales a diestra y siniestra colapsarán las posibilidades de abrigo o como resumen en el callejeo “no hay cama pa’ tanta gente”.