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Obama se compromete a cerrar Guantánamo

Osmel Ramírez Álvarez

Portón de la Base Naval de Guantánamo.

HAVANA TIMES — Este martes 23 de febrero, coincidiendo con el 113 aniversario del tratado de arrendamiento perpetuo de la Base naval de Guantánamo, Obama se dirigió al Congreso de los EUA y a todo el mundo, para explicar su compromiso de “cerrar Guantánamo”. Impresionó, como siempre, su discurso locuaz, de palabra precisa y sólido argumento.

En Cuba la mayoría de las personas se confunden con esta idea, porque la interpretan como “cerrar la Base”, pero en realidad significa “cerrar la cárcel”. La diferencia es sustancial.

Tanto el presidente como los principales grupos de poder bipartidistas, acomodados en las diversas instituciones de ese país, han manifestado el interés de mantener la Base militar en territorio cubano. Lo consideran un punto geoestratégico importante. Además, representa un ícono de poder, una especie de daga clavada en el costado de un viejo enemigo de la guerra fría.

Muy bien explicado por Obama el carácter necesario de la retirada del centro de reclusión. El enfoque principal fue el factor económico y de seguridad nacional, así como la petición del Gobierno de Cuba de este mínimo gesto con relación a ese territorio. Hizo patente su compromiso de cumplir esta promesa electoral antes de concluir su mandato.

Todos conocen que esa Base nunca ha sido bien acogida por los cubanos, ni antes ni después de la Revolución. Sin embargo, fue bajo el liderazgo de Fidel Castro y debido a la distensión entre los dos países, que se reclama oficialmente su devolución. Desde 1959 solo una vez se ha cobrado el pago de arrendamiento, desde entonces no cobrar es un símbolo de inconformidad con su permanencia.

La prisión de la Base ha sido reconocido como centro de torturas a los detenidos.

El tratado ata de pies y manos a Cuba para cesarlo y da a los EUA toda garantía de decidir el término, de acuerdo a sus intereses. Se firmó bajo condiciones leoninas, por un presidente pro-norteamericano y el país intervenido militarmente. Los patriotas con voto, casi todos veteranos de las guerras de independencia, se vieron ante la terrible disyuntiva: o república diezmada o no hay república.

Eligieron, claro está, tener una república diezmada. Aún preservamos parte de ese gran costo soberano que se pagó entonces por ser un país independiente. La Base naval significa exactamente eso para los cubanos: una espina que lastima la soberanía nacional, un reducto de la dominación estadounidense en sustitución de la española, una deuda pendiente que saldar con nuestro poderoso vecino.

EUA piensa y actúa como potencia, es un hecho, una realidad que se escapa de nuestras manos y no podemos cambiar. En las palabras de Obama también se puede apreciar: “Nuestra seguridad nacional”, “nuestros intereses”, “nuestros socios y aliados”. Es lo que más interesa.

Es por ello que lo que se discute ahora es tan solo el cierre del centro de detención, no la Base en sí. Y ya podemos ver cuán polémico resulta: ha demorado siete largos años de trabajo político y el éxito no está claro aún.

El hecho de que se mantenga aun en contra de la voluntad del Gobierno cubano y de que el pueblo de Cuba lo sienta como un símbolo de anteriores vínculos, que laceraron su soberanía, es irrelevante para una potencia. Es parte de la vieja escuela imperial y tardará mucho aún para que se imponga el “justo entendimiento” que parece abrirse paso poco a poco.

Creo que Cuba debe negociar el fin de la Base proponiendo la creación de una zona especial de desarrollo en esa estratégica bahía de bolsa, que incluya una zona franca y un gran puerto con terminal de contenedores, similar a la del Mariel.

Vista de la Base Naval de Guantánamo.

Si se les ofrece a las empresas estadounidenses el contrato para su construcción y administración, así como un trato especial en las inversiones, el doble de ventajoso con respecto a otros países, de seguro los interesados ayudarán a poner la balanza a favor del cierre total. Ya lo he dicho antes, una base genera gastos, una zona franca, genera ingresos, es matemática elemental.

Se complementarían así los intereses de ambos países. Otra vía de solución, “la del reconocimiento altruista de la justicia”, “la del pez grande abrazando con cariño desinteresado al pez chico”, es una utopía romántica. Pero siempre es posible una solución equilibrada, negociada con ganancias mutuas, sin socavar principios básicos. Martí dijo “conquistaremos toda la justicia”; diríamos mejor en un ambiente menos ideal y actual: “conquistaremos toda la justicia posible”.

Gran batalla le espera todavía a Obama para conseguir su objetivo. Espero que lo logre. Los cubanos lo celebramos desde ya, y lo vemos como un paso hacia nuestro objetivo final: el cierre definitivo del cónclave militar.

Sería maravilloso ver florecer industrias y almacenes donde hoy hay armamentos y bunkers; ver atracados gigantescos porta-contenedores donde hoy atracan destructores y portaaviones; ver un flujo interminable de mercancías y personas donde hoy solo hay campos minados.

Creo en un futuro así, de entendimiento y justas ganancias entre ambos países. Aquellos tiempos en que los EUA veían a Cuba como una obligatoria adquisición, quedaron atrás. También son cosa del pasado la retórica nacionalista de la Revolución, con la teoría de la conspiración imperial para quitarnos la Patria.

El futuro es del diálogo y la reconciliación, aunque quede todavía un buen trecho por andar.

Written by Havana Times

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