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El mundo de la moda toca a las puertas del Rijkmuseum

"Catwalk, moda en el Rijkmuseum"/ EFE
"Catwalk, moda en el Rijkmuseum"/ EFE
“Catwalk, moda en el Rijkmuseum”/ EFE

(EFE).- El Rijkmuseum expone por primera vez la evolución de la moda holandesa a través de diferentes prendas, desde capas que la familia Nassau llevaba a las batallas durante el siglo XVII hasta los trajes que las clases altas de la sociedad holandesa traía de las boutiques más exquisitas en los siglos XVIII, XIX y XX.

La prenda más antigua exhibida en la muestra, “Catwalk, moda en el Rijkmuseum“, es la capa que Ernst Casimir I, dirigente de las provincias del Norte de Holanda en el siglo XVII y conde de Nassau, llevaba el día de su muerte en 1632.

Casimir I estaba visitando a sus tropas, que participaban en el asedio a una ciudad, cuando recibió un disparo.

Este ropaje, que a pesar de su antigüedad se encuentra en buen estado, podía abrocharse y usarse a modo de abrigo o desabrocharse y llevarse como capa.

En una de las salas más grandes de la exposición, que ofrece un recorrido por más de 300 años de moda holandesa, hay instalada una pasarela de moda con maniquíes estáticos, y donde los visitantes pueden sentarse alrededor para observar las prendas.

En cada silla hay colocado un libreto, que explica los detalles de los vestidos.

Se trata de la parte más moderna de la exposición ya que, según cuenta a Efe Bianca Du Mortier, conservadora de trajes del Rijkmuseum, los organizadores no se podían atrever “a poner en movimientos vestidos que fueran anteriores al siglo XX“.

Entre las prendas que “desfilan” hay obras de diseñadores como Dior o el español Cristóbal Balenciaga, pero no todo es última moda.

Varios vestidos están dedicados a la Segunda Guerra Mundial. Uno de ellos tiene como estampado un mapa de la Indochina francesa.

Según cuenta Du Mortier, fue elaborado por una mujer que estuvo como prisionera en un campo de concentración japonés.

Fue algo muy práctico porque ese mapa podía ser llevado por pilotos y soldados como si fuera una bufanda“.

Si de pronto se encontraban escondidos en territorio enemigo, podían pasar más desapercibidos porque “la seda, a diferencia del papel, no hace ningún ruido cuando se abre“.

Uno de los vestidos más llamativos de “Catwalk” fue utilizado en 1759 durante su boda por Helena Slicher, miembro de la nobleza holandesa.

De cintura para arriba la tela se pega elegantemente a la piel, pero a la altura de las caderas el vestido toma una anchura de dos metros.

Para poder llevarlo, Slicher necesitó una estructura interna por debajo del vestido.

La mujer solo podía dar pasos cortos y le era imposible sentarse en ningún sillón que tuviera brazos“, destaca Du Mortier.

En “Catwalk” también se pueden ver prendas que las familias más adineradas de Holanda compraban para sus hijos.

Los cánones de la época no dictaban que el rosa fuera un color exclusivamente femenino, así que hombres y niños lo llevaban de forma habitual.

También se pensaba que era necesario moldear desde la infancia el cuerpo de los más pequeños.

Debido a esto, los chicos tenían que hacer deportes de fuerza para moldear su musculatura a edades excesivamente tempranas, mientras que las chicas debían llevar corsés que las constreñían, especialmente a la altura del abdomen.

La muestra de moda estará abierta al público hasta el próximo 16 de mayo.

Written by Paula Grieco

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