Cuando hablamos del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) en Venezuela, nos viene a la cabeza la definición de tortura, corrupción, vejación, maltrato, abuso de poder; en fin son muchos los epítetos negativos que le pudiéramos dar a algunos de sus funcionarios que se valen de su uniforme para imponerse a toda costa.
Ya era conocido desde hace varios años, que el SEBIN, era el verdugo del extinto presidente Chávez (ese sujeto con capucha negra que envía a las personas a una muerte segura). Algunos de los que participaron en el golpe del 2002, fueron capturados por los funcionarios de “inteligencia” y llevados a la sede de ese organismo conocida como El Helicoide, en Caracas.
Chávez, siempre fue precavido en utilizar a este grupo elitesco de policía, pues únicamente está destinado a investigar y aprehender a políticos o funcionarios públicos inmersos en delitos. Sin embargo, como ya es costumbre, el presidente Nicolás Maduro abusó de la herencia del comandante eterno.
Luego de las protestas del 2014, el SEBIN fue usado por Maduro y su combo para apresar a protestantes, políticos, incluso twitteros, si señores en Venezuela meten presa a las personas que emiten comentarios negativos en las redes sociales contra el presidente, excepto al histórico joven que hizo que Maduro dijera en cadena nacional “Nicolás Maduro chúpalo”, a él no lo pudieron agarrar.
La mayoría de estos presos son llevados a los calabozos del Helicoide donde, según sus relatos, son víctimas de torturas, tanto físicas como psicológicas. Los tratan peor que a los delincuentes que asesinan o violan a su prójimo, pensar distinto en Venezuela es más grave que ser homicida o violador.
Joselyn Prato, una joven delgada, de estatura media y ojos saltones, fue una de las residentes en el Helicoide. ¿Cuál fue su delito? abuchear junto a varias personas a la esposa de Diosdado Cabello, el hombre más poderoso del país.
Casi de inmediato, Joselyn fue apresada por los funcionarios del SEBIN en cayo sal, la llevaron hasta los calabozos y allí comenzó su pesadilla.
La joven relata, que desde su ingreso recibió los peores maltratos, la hacían comer alimentos con gusanos, la golpeaban, la torturaban y amedrentaban a su familia. “A mi mama le hacían lo mismo que a Lilian, la desnudaban y le revisaban completa, fue algo muy duro para todos nosotros”.
No contentos con eso, los honorables funcionarios desnudaban y sometían a la joven con vulgaridades y recordándole que de allí, nunca iba a salir. “A media noche me desnudaban y me sacaban al patio, me ponían de rodillas y nos mantenían allí el tiempo que ellos quisieran”.
“El Honor en su divisa”, “Servir y Proteger”, “Guardianes hoy, mañana y siempre”, son algunos de los lemas que adornan los emblemas de los funcionarios policiales y militares de Venezuela.
La pregunta es, ¿Dónde está el honor? ¿Dónde está la protección? Esta joven cuyo único delito fue unirse a un clamor nacional, fue torturada, golpeada y amedrentada por funcionarios de un servicio de inteligencia que debería estar persiguiendo e investigando a los políticos corruptos que hoy gobiernan una nación desfalcada por un modelo político que se escuda detrás de la violencia.
Y el caso de Joselyn Prato es sólo una de los tantos que se les atribuyen a estos hombres de armas.