Diario de Cuba El periodista José Alfonso Almora calienta la mañana radial de Miami anunciando que tendrá su propia encuesta: Según dice al aire, va averiguar “a llamada limpia” por cuál de los candidatos republicano votarán sus oyentes.
Estamos estrenando el año, faltan más de dos meses para las primarias de Florida, quizás muchos no tengan decidido por quién votar todavía. Pero la ocurrencia es novedosa y seguro prende en la audiencia.
Almora sabe leer al vuelo las preferencias de sus oyentes del sur de la Florida. Sobre la marcha, se ha montado este invento a partir de dos comentarios pegados en su página de internet.
Abre las líneas telefónicas y pide que no hablen mucho, solo le digan si prefieren a Marco Rubio, a Ted Cruz o a Donald Trump.
Miguelito, el productor, prepara una lista para el conteo de votos; el tercer hombre dentro de la cabina de trasmisión, un analista político que es el invitado de turno, pide también papel y lápiz, prefiere llevar su propio récord.
Colapsa el teléfono, hay un frenesí de llamadas. Son tantos los votantes que el presentador omite el saludo habitual.
Entraron 71 llamadas, quizás un récord para tan poco tiempo al aire, pero este cómputo no interesa mucho por ahora. Hay una sorpresa mayor. La urna virtual de Almora ha tomado un rumbo completamente distinto al que pensaban todos. El analista político deja caer el lápiz de su mano. “Esto es increíble”, dice turbado.
De los 71 oyentes que consiguieron votar, 47 quieren a Trump en la Casa Blanca, 18 apuestan por Marco Rubio (el cubanoamericano del patio) y 6 por Ted Cruz. Cabe aclarar que todos los votantes fueron latinos y en su mayoría cubanos.
El final del programa alcanzó a duras penas para dar los resultados. Se apagaron los letreros y las luces ya no están al aire, pero el analista sigue en su silla, frente al micrófono desconectado, desahogándose, acusando a los votantes de locos populistas, políticamente desinformados, que abrazan a la bestia que se los va a comer.
El tráfico generado por las llamadas de Almora se esparce como pólvora entre las otras estaciones de radio, muchas repiten la encuesta en los próximos días, todas con el mismo resultado: Trump al frente.
Los especialistas en enredos electorales salieron a atajar el mal: esas encuestas no son confiables, los verdaderos votantes no llaman a los programas de radio, las radios están sacando conclusiones con opinión de ancianos retirados o de ilegales sin derecho al voto.
Se volvieron a equivocar los analistas, quienes no logran anotar un gol contra Trump. Ahora mismo, a menos de 20 días de las elecciones primarias en la Florida, las encuestas sitúan a Trump al frente con 44% y a Rubio en segundo lugar, con solo 28%.
Algunos exiliados cubanos, al parecer le han dado la espalda a su primer candidato a la Casa Blanca. Prefieren al pintoresco empresario del pelo ralo.
Igual pasa con muchos emigrantes latinoamericanos que viven en la Florida, con familiares pendientes de llegar o legalizarse, y que aparentemente se inclinan por el tipo que les va a fabricar muros (de piedras y de leyes).
El reportero de televisión Ernesto Morales trata de buscar justificaciones más complejas: los cubanos pueden creer que Trump dejará las cosas con la Isla como las puso Obama. O sea, que mantendrá las embajadas, los viajes, el dinero y la “gozadera” tal como está ahora.
El propio reportero advierte sobre lo cambiante del discurso de Trump. A veces amigo de las relaciones con la Isla, otras tantas, enemigo de la Ley de Ajuste.
Trump es un fenómeno de masas, el único tipo que ha puesto a bailar los debates republicanos, convirtiéndolos en un show de disparates, con récord de audiencia.
(Síntesis)