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La derrota de Evo vista desde Cuba

Presidente de Bolivia: Evo Morales|archivo

Osmel Ramírez Álvarez

Evo Morales.  Foto/archivo: telesurtv.net

Evo Morales. Foto/archivo: telesurtv.net

HAVANA TIMES— Muy demorado el veredicto final del plebiscito en Bolivia, sin embargo el resultado era obvio desde el mismo domingo de la votación. El Gobierno no reconoció su derrota hasta el último minuto, esperanzado en el voto rural. La oposición, ávida de triunfos, no quería esperar y sonaban los tambores del caos.

El pueblo desaprobó por estrecho margen una nueva candidatura para Evo Morales. Dijo “no” a una propuesta que, al menos para los cubanos, parecía segura.

Desde aquí, claro está, es difícil tener todos los elementos de juicio. El monopolio mediático diariamente resalta los logros de Evo y su Gobierno, no los desaciertos. Tampoco escuchamos ni por Telesur ni por la televisión cubana, a los opositores exponiendo sus criterios, solo a los masistas.

Juzgo por los hechos concretos, que en sentido general Evo ha sido un buen presidente. Ha tenido resultados tangibles y el pueblo mayoritariamente lo ha apoyado con su voto. El resultado adverso de esta última lid electoral no es contra él en sí, sino contra la reelección continua.

El MAS sigue siendo una fuerza política dominante en el escenario boliviano y si el Gobierno no comete errores garrafales en los próximos tres años, debe continuar en el poder. La oposición, por supuesto, trata de capitalizar este triunfo puntual y redimensionarlo como signo de un supuesto declive del MAS. La crisis de otros gobiernos de izquierda ayuda a meterlo en contexto.

Es una estrategia inteligente que de seguro ganará partidarios, pero no creo que suficientes como para derrotarlo. No obstante, mantener a Evo fuera de la contienda es una ventaja para sus oponentes. La necesidad, el deseo y el esfuerzo desplegado para que no compita es muestra de su fuerza, de su capital político y de cuánto le temen.

En Cuba la noticia asustó mucho. Luego de la derrota neoperonista en Argentina, seguida en Venezuela por el tsunami opositor desbordando el parlamento, con el PT brasileño en crisis cuestionado por corrupción y Correa perdiendo el control a raíz de una desacertada ley contra la plusvalía y la herencia en Ecuador: esta situación en Bolivia, de rechazo a Evo para las presidenciales, parece el fin del boom izquierdista.

Pero vale la pena apartar la hojarasca y examinar bien el terreno antes de hacer conjeturas serias. La limitación de los mandatos presidenciales es una precaución democrática para que no se capitalicen posiciones de poder, ni se forjen lazos que transformen la democracia real en virtual. Particularmente creo en la reelección continua, siempre y cuando el resto de las instituciones sean verdaderamente independientes y funcionales. Pero no es el caso real de nuestra región.

Por otro lado, es archiconocido que los socialistas tienen una mala herencia: desean todo el poder y para siempre. Está en sus “genes políticos” y proviene de sus antepasados marxistas-leninistas, de los que quedan todavía algunos veteranos.

Aquí en América, Cuba es como el anciano de la tribu socialista, el consejero curtido, el guía espiritual. Aunque los nuevos socialistas alcanzaron posiciones de poder por la vía democrática y dicen tener un enfoque diferente, lo llevan en la sangre y tienen su paradigma con vida.

Entregarle a un socialista la reelección continua, en este contexto, es como obsequiarle una botella de ron a un hombre que hace poco superó, “aparentemente”, su problema de alcoholismo.

Los viejos socialistas no quieren a nadie más dentro del cuadrilátero, les gusta boxear solos y ganar por no presentación. Los nuevos socialistas parecen respetar la democracia, pero entran en pánico si son derrotados. El poder es un vicio. Todos dicen que es sacrificado, pero pocos quieren desprenderse de él.

Cuando un partido de derecha pierde es normal, cuando pierde uno de izquierda, parece el fin del mundo. Necesitan cambiar de paradigma para poder desprenderse de esa peligrosa secuela marxista.

Volviendo a Bolivia en particular, creo que esta derrota es positiva hasta para el MAS. Otras figuras pueden postularse y tienen gran potencial. La derecha tiene en ellos un gran adversario todavía y Evo puede ser muy útil a su país desde otras posiciones. Es un líder carismático, de linaje autóctono y mucha iniciativa. Es símbolo, junto al presidente negro en los EUA, de una época de cambios.

La izquierda está perdiendo terreno, porque la crisis económica neoliberal se está superando poco a poco y su triunfo estaba correlacionado a esta. Lamentablemente no fue fruto de una nueva y sólida visión del socialismo, de objetivos, principios y metas renovados.

Todo es confuso y anómalo, ambiguo y misterioso. Por momentos parece algo nuevo y al rato lucen como sus progenitores despóticos. Ávidos de justicia social terminan sembrando parasitismo y solventando gastos insostenibles.

Como invierten casi siempre en sectores mayoritarios, pero poco eficientes, y al mismo tiempo se apartan de la minoría capitalista, (que concentra altas cuotas de eficiencia y capital), terminan fracasando en lo económico. Bolivia no escapa a este fenómeno, pero es quien mejor ha bordeado esta tendencia.

Evo no perdió, la oposición no ganó: perdió el viejo socialismo despótico que amenaza con “enganchar” a sus hijos neo-socialistas con la droga del poder, y ganó la democracia boliviana.

El pueblo, que es soberano, habló con sabiduría: amando a Evo, le dijeron que no.

Written by Havana Times

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