(Noticias Caracol).- El amor eterno existe, o al menos eso cree Arthur Burch, un septuagenario que decidió tatuarse en el pecho el rostro de Patricia, su esposa, con quien lleva casado 59 años.
La razón es aún más poderosa: Patricia sufre del mal de Alzheimer y está recluida en un centro de atención al que Arthur acude casi que a diario para verla.
El tatuaje, según Arthur, busca que ambos no olviden el mejor día de sus vidas.