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Los que no pueden faltar: Daniel Santos

417_daniel-santosPrimavera Digital Plaza, La Habana, Jorge Luis González Suárez (PD) Mi madre contaba que de pequeño me gustaba escuchar al cantante Daniel Santos. Decía que ponía una cara sonriente y bailaba cuando en la radio trasmitían alguna de sus guarachas.

Hoy, al cabo de tantos años y con plena conciencia, aun disfruto de este intérprete, que a veces se escucha en los programas radiales dedicados a las canciones del ayer.

No creo haberlo visto en vivo, sin embargo mis padres me llevaban a los estudios de Cadena Azul, propiedad de Amado Trinidad, donde este artista se presentó en la década del 50. Es posible que mi afición a Daniel Santos tenga su partida en estas visitas.

Daniel Doroteo Santos Betancourt era natural de Santurce, Puerto Rico, de un sitio denominado Trastalleres, porque se hallaba detrás de unos talleres del ferrocarril. Nació el 6 de junio de 1916 y murió el 27 de noviembre de 1992.

Sus padres, Rosendo y María, eran carpintero y costurera, respectivamente, además de ser predicadores evangelistas. Esta condición religiosa no impidió el alcoholismo de su figura paterna, quien actuaba con violencia física contra su esposa.

Daniel Santos llegó a nuestra capital en el 1946, procedente de Santo Domingo. Su primer tema cantado en la emisora Cadena Azul fue “Anacobero”. Este suceso, su extravagante manera de vestir y la manera de moverse en sus actuaciones, le valió que más adelante lo llamaran “el Inquieto Anacobero”. Esta palabra, según le informó después Chano Pozo, significa en lengua ñáñiga, “diablito”.

Yo, al igual que cualquier conocedor de la música popular latina, lo identifico con facilidad por su peculiar característica al cantar. Su estilo corta las sílabas melódicas. Tiene una voz algo impostada, nasalizada y algo ronca, pero clara fuerte, bien timbrada y con gran afinación. Su forma de interpretar se me parece a la de Vicentico Valdés, aunque se asemeja al también cubano Miguelito Valdés, más conocido por Mr. Babalú.

Su popularidad en Cuba provino sobre todo por su integración a la orquesta Sonora Matancera, donde cantó posteriormente junto a la sin par Celia Cruz. Formó parte de otros grupos famosos de su época como los conjuntos de Luis Santí, Casino de Roberto Espí y los Jóvenes del Cayo, entre otros de alto renombre.

Es considerado aun como una de las voces de mayor preferencia entre los cubanos.

Llama mi atención como este hombre fue capaz de interpretar tan disímiles géneros musicales como: boleros, guarachas, rumbas, sones, afros, merengues, rancheras y llegar hasta a cantar twist, algo casi increíble. Son pocos los cantantes populares en el mundo que hayan podido realizar esta hazaña.

Uno de los números que mayor notoriedad tiene aun hoy en día es aquel cuyo estribillo dice: “tiro, botellazo, bofetá”. Esta frase es producto de una crítica que hace al gansterismo generalizado durante los gobiernos auténticos, aunque él fue un gran amigo de los presidentes Grau y Prío. Gozó además de enorme estimación de doña Regla Socarrás, madre de Carlos Prío, quien lo tenía como su cantante preferido.

La extensa lista de canciones que acumuló Daniel Santos incluye en su repertorio más de 70 interpretaciones de compositores cubanos destacados, entre los que se encuentran: Luis Marquetti, Pablo Cairo, Bienvenido Granda, Ñico Saquito, Jesús Guerra (Cascarita), Miguel Matamoros, Sindo Garay y muchos más.

Legó para la posteridad una amplia cifra de grabaciones, muchas de las cuales se hicieron por el sello “Panart” en Cuba.

Tuve la dicha de ser dueño de uno de los raros discos que grabó en su etapa final, “Homenaje del Jefe a Gabo”. Este acetato contiene una canción titulada “El hijo del telegrafista”, dedicada a su entrañable amigo Gabriel García Márquez.

La vida personal de Daniel Santos estuvo marcada por sucesos violentos, igual que la de su familia. Llegó a confesar que fue un mujeriego. Tuvo doce matrimonios y doce hijos. Estuvo preso infinidad de veces por broncas. Fue borracho, fumó mariguana y hasta consumió cocaína. Se mezcló en la lucha revolucionaria de Cuba antes del 59 y perteneció al Partido Independentista de Pedro Albizu Campos. Afirmó: “Yo estaba loco”.

Emigró de Cuba en 1961 y nunca más regresó, después de tener un incidente con las autoridades revolucionarias en el Club Habana 1900 del cual era su gerente. Este se encontraba situado en Humboldt y P, en El Vedado. Este hecho lo llevó a decir que no tenía cabida en un país que el tanto quería y se fue como muchos más.

Me parece que todas las razones expuestas sobre la vida de esta figura del arte musical de Latinoamérica, pueden conducir a catalogarlo como uno de los grandes y quedar entre los que no pueden faltar.

Written by Primavera Digital

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