LA HABANA.- Muchos cubanos graduados y con títulos universitarios no ejercen su especialidad dentro del país, ya que prefieren trabajar como cuentapropistas, un sector que les ofrece mejores salarios.
Denia Estévez Sánchez, licenciada en Economía por la Universidad de La Habana, trabaja en los almacenes de San José, municipio La Habana Vieja, vendiendo bisutería en una mesa. Al ser consultada, Estévez comentó: “Aquí tengo mejor salario para sustentar a mi hijo y a mi madre enferma. No pienso por el momento trabajar para el Estado”.
Vladimir Ruiz Castillo, ingeniero eléctrico graduado en la CUJAE (Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría), actualmente no ejerce la profesión, porque prefiere trabajar por cuenta propia. Hace más de dos años montó un taller donde arregla la electricidad a carros y motos, brindando también otros servicios de mecánica. Así obtiene más ganancias.
Ruiz aseguró que desde que comenzó a ejercer su especialidad como cuentapropista, su economía mejoró sustancialmente.
Por su parte, el licenciado en Lengua Extranjera (Inglés), Ernesto Figueroa Sotolongo, prefiere trabajar como cuentapropista en un portal ubicado en el bulevar de Obispo, vendiendo obras de arte.
“Gano más vendiendo cuadros y artesanías que trabajándole al Estado. Estudié más de 6 años y ahora no trabajo en mi especialidad. Mientras pueda seguir vendiendo por cuenta propia no le voy a trabajar al Estado”, afirmó.
La negativa por parte de muchos profesionales de trabajar en las instituciones estatales se debe a los bajos salarios que oferta la rama estatal, así como a otros problemas asociados con una mala atención al hombre, falta de condiciones de trabajo y de perspectivas profesionales, etc.
En una sociedad en la que el costo de la vida se eleva por día, esta tendencia pudiera alcanzar niveles aun más elevados.
Pero, ¿qué sucede cuando la fuerza calificada ocupa los puestos que deberían ocupar los menos estudiados? ¿Quiénes ocupan entonces los cargos que requieren mayor preparación y responsabilidad?
Maura Fonseca, compradora de una empresa comercializadora, fue a realizar un contrato de compra de útiles de oficina y la persona que la atendió la maltrató verbalmente, exhibiendo obviamente un bajo nivel cultural.
“Me trató mal, me dijo: ahora no puedo atenderte, me dio la espalda y me dejó con la palabra en la boca”, dijo Fonseca.
Harina de otro costal son aquellos licenciados que sí ejercen sus carreras en puestos privilegiados, donde empresas mixtas o extranjeras no solo proporcionan buenos salarios, sino también una serie de comodidades muy deseables en la Cuba de hoy.
Turismo, inmobiliarias, fábricas que comercializan en divisa, entre otros, son sectores que brindan estas posibilidades a algunos de sus empleados.
Un ejemplo claro es el de Gilda Gómez Hernández, ingeniera hidráulica que actualmente se desempeña como ejecutora de obras del Ministerio Relaciones Exteriores, tiene un carro a su disposición y su salario es alto comparado con otros puestos de trabajo. A esto se le suma lo que recibe por concepto de estímulo por cumplir con su trabajo, en moneda libremente convertible (CUC).
“Mi salario es bueno, y la divisa que recibo de estimulo aumenta mis ganancia”, expresó la ingeniera.
Esto no quiere decir, que casos como el presentado constituyan la mayoría.
Otras vías de salida o solución a la crisis económica, a su vez han provocado otra crisis, la migratoria, como supimos recientemente según los hechos acaecidos en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua.
La migración interna, principalmente hacia la capital del país, también incide en esta dinámica. Provocando que el trabajo en el campo esté cada vez menos respaldado por los trabajadores, lo que a su vez ha incidido en la reciente elevación de los precios agrícolas.
Por Sodrelys Turruella Poncio∕ HABLEMOS PRESS.