EFE.- El alcalde de la ciudad floridana de DeBary, Clinton Johnson, quiere saber qué es ser un “balsero” y para eso regresará de su próximo viaje a Cuba, que piensa realizar en abril, en una embarcación que construirá en la isla.

Con 30 años cumplidos y casado con Alicia, una chica de Nueva York sin raíces hispanas pese al nombre, el alcalde de DeBary tiene acostumbrados a sus vecinos a las osadías propias de la juventud desde que asumió el cargo en 2015.
Johnson hará la peligrosa travesía del estrecho de la Florida por amor a la aventura, pero también por empatía hacia el pueblo cubano.
El alcalde, que se define en su blog como un “emprendedor ecléctico de toda la vida”, “con una tendencia a tomar el camino menos transitado”, es contrario al embargo estadounidense a Cuba y defensor de una política más abierta hacia ese vecino situado tan cerca y tan lejos a la vez.
“Son solo 90 millas (145 kilómetros) pero parecen miles”, dice Johnson.
Peligrosa travesía

En su conversación con Efe, el alcalde, que tiene una empresa de reparación de piscinas y mosquiteras, asegura que quiere “inspirar” a otros con su viaje y transmitir el mensaje de que hay que disfrutar de la vida.
Johnson quiere que su travesía sea lo más parecida posible a la de los “balseros” auténticos que siguen llegando a las costas de Florida, e incluso en mayor número que antes, pese al proceso de normalización de relaciones que EE.UU. y Cuba iniciaron en diciembre de 2014 y ha dado ya como resultado la reapertura de embajadas.
“La inmigración es un tema caliente en Estados Unidos ahora. Florida está metida en el asunto con la política de ‘pies mojados/pies secos’ que permite que los cubanos que lleguen a tierra por mar reciban el estatuto de refugiados. Poco se sabe del viaje que hacen y hay muy poca información también sobre qué es exactamente lo que lleva a estos hombres, mujeres y niños a venir hasta aquí”, dice como presentación de su aventura.
Johnson, que ya obtuvo el correspondiente permiso de las autoridades estadounidenses para viajar a Cuba como investigador y periodista, dado que escribirá un blog, viajará a La Habana en avión junto a su esposa.
Allí, como un verdadero “balsero”, buscará los materiales con que construir su balsa, probablemente maderos y bidones, y zarpará de algún punto al oeste de La Habana rumbo a Cayo Hueso, en el extremo sur de la Florida.
No podrá llevar a ningún cubano como acompañante, porque no está permitido por la ley, dice a una pregunta de Efe.
Su esposa regresará a EE.UU., en avión y le esperará, agrega.

Tras reconocer que su experiencia como marino es “escasa” y asegurar que es un aventurero pero “respeta el peligro”, dice que llevará en su equipaje dos localizadores, uno de ellos conectado a su pagina web, para colocarlos en la balsa.
Si todo va bien surcará las 90 millas del estrecho en dos días, pero está preparado para una travesía que puede llevar siete u ocho días si el tiempo no acompaña.
Johnson cuenta ya con un patrocinador, la marca de bronceadores Havana Sun, propiedad de Ron Rice, quien ha declarado a medios locales que no gastaría su dinero si no estuviera convencido de que el alcalde puede lograr su propósito.