Por Ernesto Londoño NYT Antes, cuando un atleta cubano desaparecía durante un evento deportivo fuera de la isla, la noticia sobre su deserción se transmitía de boca en boca en casa. No se difundía un pronunciamiento ni se mencionaba el tema en la prensa oficial.
Pero esto no fue lo que sucedió con la reciente deserción de los hermanos Yulieski Gourriel y Lourdes Gourriel Jr., jugadores de béisbol. Este episodio se convirtió en una muestra de cómo los ciudadanos del país más represor del hemisferio occidental están presionando los límites establecidos en busca de una mayor libertad de expresión.
El periódico oficial del Partido Comunista cubano, Granma, publicó un breve artículo el 8 de febrero en el que criticaba a los hermanos por su “franca actitud de entrega a los mercaderes del béisbol rentado y profesional”. Y después, sucedió algo notable.
Los periódicos regionales, también controlados por el régimen, publicaron artículos detallados sobre el escape e incluso se atrevieron a lamentarse por el pobre estado de la liga cubana de béisbol, un deporte venerado en la isla.
“El béisbol cubano ha llegado al punto donde las únicas notas que genera son de fugas, trifulcas y retiradas intempestivas”, escribió Mayli Estévez Pérez en un artículo de opinión publicado el mes pasado en el diario Vanguardia.
No es un caso aislado. Desde que Estados Unidos comenzó a normalizar sus relaciones con La Habana a finales de 2014, los cubanos han comenzado a debatir temas que alguna vez fueron considerados tabú, y también han empezado a criticar a su gobierno con mayor dureza.
En Estados Unidos, los críticos del acercamiento que ha liderado el Presidente Obama con Cuba han dicho que el giro diplomático ha fallado porque el régimen castrista aún se muestra rígido.
Pero no se han dado cuenta de algo importante: la nueva relación ha contribuido a la disminución de la cultura del miedo y la obediencia hacia el Estado que el gobierno cubano ha impuesto por mucho tiempo sobre sus ciudadanos. Por años, aquellos que criticaban al régimen pagaban un precio muy alto y eran calificados como traidores, pero hoy en día los cubanos hablan con menos miedo.
Un grupo de jóvenes, liderado por blogueros, ha comenzado una ronda de reuniones en universidades de todo el país para debatir sobre el futuro de la isla, que ha sido gobernada por dos hermanos autócratas desde 1959 y que ha vivido el éxodo continuo de su juventud.
Harold Cárdenas, uno de los líderes del grupo conocido como La Joven Cuba, se ha lamentado de la falta de interés político entre sus contemporáneos. “¿Esto significa que [los jóvenes] se han vuelto apolíticos?”, escribió en su blog. “¿De veras no les interesa o será que nadie les presenta una alternativa atractiva?”.
Es una crítica velada, pero aguda, sobre los líderes mayores y cada vez más ausentes de la política cubana por parte de Cárdenas, quien tiene vínculos con el ala más progresista del gobierno. Dar un golpe eufemístico contra el régimen en Cuba no es muy común, pero algunos cubanos han ido más allá.
En octubre de 2015 el periódico Tribuna, también controlado por el gobierno, publicó un artículo en el que se hacía burla de los extravagantes viajes de Antonio Castro, uno de los hijos de Fidel Castro, a Turquía y a Estados Unidos.
El año pasado, activistas de los derechos de la comunidad gay exigieron, a través de un blog oficialista, una disculpa del Presidente Castro por el trato a los homosexuales durante los primeros años después del triunfo de la Revolución cubana.
La única respuesta gubernamental fue la censura del artículo que, de todas maneras, se compartió extensamente.