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Servicios públicos en Cuba ¿trabajo por cuenta propia?

Fernando Ravsberg

Foto: Raquel Pérez Díaz

Foto: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — El Presidente Raúl Castro llamó a ser constantes en la higiene de las ciudades para evitar que se propaguen enfermedades trasmitidas por los mosquitos. Propuso incrementar la disciplina y actuar enérgicamente contra quienes incumplen lo establecido.

“Esta no puede ser una campaña más”, dijo y es una idea encomiable, pero muy compleja de implementar. Los servicios comunales y muchas otras empresas del Estado son responsables de gran parte del caos de salubridad que existe en ciudades y pueblos.

En un programa de la TV cubana los dirigentes de “Comunales” en La Habana informaron que hay capacidad de recoger los desechos cada 72 horas pero los telespectadores llamaban asegurando que en sus zonas de residencia se pasan hasta 15 días sin retirarlos.

Tras la Salud Pública y la Educación, los servicios comunales reciben el mayor presupuesto del Estado, a pesar de lo cual es uno de los sectores más ineficientes del país. Una de las causas es el nivel de corrupción que lo desangra de forma sistemática.

Cartas desde Cuba difundió un video de los interrogatorios a varios dirigentes que robaron un millón y medio de dólares americanos, repartiéndose los salarios de brigadas de limpieza inexistentes. Pero lo cotidiano es dejar de recoger la basura para repartirse el combustible.

La población se ve obligada a convivir con cucarachas, ratas y mosquitos, debido al mal trabajo de las empresas comunales que brindan servicios públicos. Foto: Raquel Pérez Díaz

La población se ve obligada a convivir con cucarachas, ratas y mosquitos, debido al mal trabajo de las empresas comunales que brindan servicios públicos. Foto: Raquel Pérez Díaz

En un barrio de las afueras de La Habana un cuentapropista me confiesa que “les pago a los del camión una mensualidad para que cada día vengan a recoger la basura y así me mantienen la esquina de mi negocio limpia”. ¿Y los que no pueden pagar?, pues a esperar 15 días.

No son los únicos que cobran, las empresas Aguas de La Habana y Aguas Negras se especializan en el “peloteo”, tirándose una a otra la responsabilidad de los trabajos, hasta que el usuario se decida a dar dinero, de inmediato se ponen de acuerdo, aparecen los camiones y se hace el trabajo.

Actúan como si los medios y equipos fueran propiedad privada de quienes los trabajan y de sus jefes. Hay dos tarifas de precios, la oficial en pesos cubanos y la real en pesos convertibles, esta última es la llave maestra que abre las compuertas de la burocracia acuática.

Pero los salideros de agua en las calles no tienen padrinos que paguen, así que florecen y se multiplican. La mitad del agua que se bombea en La Habana se pierde en esos manantiales urbanos, convertidos, además, en el lugar perfecto para la reproducción del mosquito.

El caos en los servicios públicos hace que se pierde la mitad del agua que se bombea. Foto: Raquel Pérez Díaz

El caos en los servicios públicos hace que se pierde la mitad del agua que se bombea. Foto: Raquel Pérez Díaz

El periódico oficial Granma informa que “sobre los salideros de agua potable se dio a conocer que se han reportado 9 mil 012, de los cuales quedaron resueltos el 76,2 por ciento, en tanto se reportaron 4 mil 647 vertimientos de aguas residuales y se les dio solución a 3 mil 477”.

Es muy posible que estas cifras sean otro globo, de esos que se inflan constantemente para “tapar el ojo” de los de arriba. Pero si fuera verdad, sería más irritante porque demostraría que existe una capacidad de resolver los problemas que solo se utiliza en “campañas”.

Los servicios públicos llegan a tal grado de indolencia que la atención de una fuga de gas tardó más de una semana en resolverse, a pesar del peligro que implica. “Tenemos solo dos camiones para toda la ciudad y uno está roto”, explica uno de los trabajadores.

Nada se mueve hoy en los servicios públicos de La Habana sin trasiego de dinero “por fuera”. Y la solución no pasa por poner más inspectores que, como los mafiosos, extorsionan al ciudadano para darles “protección”, evitando así que lo empapelen a multas.

Sin pagar por debajo de la mesa es casi imposible que envíen un camión a vaciar o destupir una fosa.

Sin pagar por debajo de la mesa es casi imposible que envíen un camión a vaciar o destupir una fosa.  Foto: Raquel Pérez Díaz

El viernes llegaron a mi casa dos de la compañía eléctrica para revisar el contador. Los dejé pasar y me solicitaron además subir a la azotea, también se los permití. Después me pidieron los recibos de los ¡dos últimos años!, para finalmente decirme que debían inspeccionar mi dormitorio.

Les dije que no perdieran su tiempo ni el mío, porque yo no cometo ninguna ilegalidad con la energía eléctrica, así que no podrían sacarme ni un centavo. Se irritaron y me amenazaron con cortar la luz, entonces los eché de mi casa y protesté en la compañía eléctrica.

Para que la batalla contra el zika no se olvide dentro de 3 meses, igual que las demás campañas, habría que cambiar muchas cosas dentro de los servicios públicos, en su organización y, sobre todo, en el control, que solo puede ser efectivo si proviene de la propia ciudadanía.

Lamentablemente, muchos delegados del Poder Popular no actúan como gobierno local, sino como meros “tramitadores”. Cada vez que llegan a esos organismos buscando soluciones a los problemas de su comunidad les marean la perdiz con las “dificultades objetivas y subjetivas”.

La falta de servicios públicos de alcantarillados hace que en algunos barrios las aguas negras circulen entre las viviendas.

La falta de servicios públicos de alcantarillados hace que en algunos barrios las aguas negras circulen entre las viviendas.  Foto: Raquel Pérez Díaz

Pero no es así en todas partes. Adela, la transexual electa delegada en Caibarién, nos cuenta que ha “tenido bastante éxito si tienes en cuenta que hicimos 7 gestiones ante los organismos del Estado y todas han sido respondidas positivamente”.

Nos cuenta que ella es a la única delegada a la que atienden los directores de los organismos personalmente y es porque le temen. “Saben que a mí me da igual apelar a cualquier nivel”, nos dice y agrega sonriendo que “me da lo mismo ripiarme que quitarme la chancleta”.

Written by ravsberg

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