(EFE).- Unos 200 miembros del Tribunal de Justicia del estado brasileño de Río de Janeiro protagonizaron hoy un acto de apoyo al juez responsable por la investigación del escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras, que ha sido blanco de críticas de políticos y empresarios implicados en el caso.
Los miembros del Tribunal regional, entre jueces y magistrados, posaron para una fotografía en la que aparecen vistiendo sus características togas y unidos de las manos, para mostrar apoyo al titular del decimotercer Juzgado Federal de la ciudad de Curitiba.
La fotografía simboliza la defensa de la independencia de los miembros del Poder Judicial, explicó la presidenta de la Asociación de los Magistrados del Estado de Río de Janeiro (Amaerj), Renata Gil, organizadora del acto de apoyo.
La asociación representa a 725 jueces y 175 magistrados en el estado de Río de Janeiro.
“Organizamos el acto para posicionarnos contra las críticas que algunos abogados y políticos han hecho contra decisiones del juez (Sergio) Moro. No admitimos que decisiones judiciales sean discutidas. La independencia es el pilar del Poder Judicial, que es uno de los pilares del Estado Democrático de Derecho”, aseguró Gil.
Moro envió una carta a los miembros del Tribunal de Río de Janeiro para agradecer el apoyo en la que alegó que, con excepción de las pruebas, los hechos, la ley y la Constitución, cualquier interferencia en una decisión judicial es indebida.
El juez agradeció igualmente al Supremo Tribunal Federal (STF), la máxima corte del país, que también, dijo, ha defendido las investigaciones de la red criminal que operó en Petrobras “independientemente de cualquier presión política-partidaria o de corporaciones poderosas”.
Moro era un juez federal desconocido hasta que en 2014 asumió el caso Lava-Jato, como es conocida la mayor investigación de corrupción en la historia de Brasil y que ha salpicado a una veintena de grandes empresas y a medio centenar de políticos.
Las críticas contra el juez se multiplicaron desde que colocó como uno de los blancos de su investigación al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, a quien obligó a comparecer a una comisaría para prestar declaración.
Alzado a casi un símbolo nacional contra la corrupción, el juez ha pasado a dar conferencias en universidades y ante empresarios.
Sus decisiones han levantado pasiones y odios a partes iguales, divididas entre aquellos que le ven como un justiciero y aquellos que le acusan de ceder ante las presiones e intereses de los medios de comunicación.
