El presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama, goza de gran popularidad en Cuba. Tras el anuncio de su próxima visita a este país, que tendrá lugar del 20 al 22 de marzo no existe ciudad, pueblo o provincia donde no se pronuncie su nombre con júbilo y esperanza.
Muchos cubanos simpatizan con él por su condición de afrodescendiente. También porque dirige la nación que ha acogido a decenas de miles de cubanos que han huido del régimen de La Habana y que se han beneficiado de la tranquilidad espiritual y la prosperidad material que disfrutan los estadounidenses.
Su iniciativa de restablecer las relaciones diplomáticas con la dictadura de Raúl Castro, aunque ha sido criticada por miembros de la oposición anticastrista dentro y fuera de Cuba, fue recibida con beneplácito por la población cubana, cansada de soportar más de cinco décadas de separación familiar y aislamiento.
Un recorrido a lo largo de la Isla durante estos días de espera por la llegada de Obama, resulta interesante. Se escucha a la gente comentar la urgente reparación del capitalino Estadio Latinoamericano de béisbol y de numerosas calles. De cambios en los servicios en el Aeropuerto Internacional José Martí y hasta de operativos policiales con el fin de amedrentar a disidentes y población en general.
Nunca descolló tanto como ahora el nombre del presidente estadounidense en las Peñas deportivas beisboleras, improvisadas por la ciudadanía en escuelas, centros de trabajo o esquinas anónimas, fábricas, prisiones, etc. Hasta militantes del Partido Comunista, con la discreción que cada momento requiere, revelan su simpatía por él.
Un reciente editorial en el diario oficialista Granma, en el que se afirma que “…los problemas aun existentes entre el régimen cubano y el país norteño no se resolverían de la noche a la mañana ni con una visita presidencial”, demuestra que la nomenclatura castrista está preocupada con la visita del mandatario estadounidense y no es para menos.
Los cubanos aman a los Estados Unidos que ya no es (nunca fue) el enemigo aterrador. Son muchos los que en Cuba esperan que el presidente Obama, le saque a Raúl Castro el sable de los Derechos Humanos durante su visita a La Habana. No pocas personas esperan que el inquilino de la Casa Blanca le recuerde al dictador heredero, que los cubanos precisan el libre acceso a Internet, a la red de redes.
En este contexto, todo parece indicar que el representante de Washington, será recibido en la Isla como un mesías, a quien sus fieles alaban e imploran para que les proteja y ampare de todo mal. Está por ver si el supuesto Dios Obama, satisface las expectativas de un pueblo que anhela que su prédica en La Habana sea clara y objetiva. Que este Cristo afro norteamericano exprese verdades y censure mercaderes y fariseos que profanan el templo con sus ambiciones y crímenes.
Si el presidente Barack Obama satisficiera alguna entre estas expectativas, sería mucho más popular tanto en Cuba, como en el resto del mundo libre y democrático.
insurrecto61@gmail.com; Oscar Sánchez Madan