Diario de Cuba.-El pasado 11 de marzo, Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional y principal arquitecto de la política de Barack Obama hacia La Habana, se reunió en Miami con activistas y defensores de los derechos humanos en Cuba. Uno de los asistentes a la reunión, Carlos Amel, miembro de la Unión Patriótica de Cuba, fue detenido a su regreso a la Isla. Aún sigue preso.

Este no ha sido, sin embargo, el único acto represivo llevado a cabo por el castrismo en estos días previos a la visita del presidente estadounidense.
Ayer se conoció el arresto de varios periodistas independientes y las citaciones y advertencias a otros informadores y activistas por parte de la policía política.
El domingo 13 de marzo, apenas dos días después de la reunión de Rhodes en Miami, se conocía el desgarrador testimonio de la Dama de Blanco Aliuska Gómez, esposada, desnudada a la fuerza y arrastrada por un grupo de esbirros hasta un calabozo en La Habana.
Ese mismo día, tras la represión contra #TodosMarchamos, el régimen organizó a sus secuaces en una comparsa carnavalesca —música incluida— y los premió con cajitas de comida en el Parque Gandhi, lugar de demandas de las Damas de Blanco, grupo al cual, mediante una carta personal entregada por Rhodes en Miami a una de sus representantes, Obama acababa de llamar “inspiración para los movimientos de derechos humanos”.
Con la escalada represiva, Raúl Castro manda una clara señal a Obama al tiempo que se burla del presidente norteamericano, quien en diciembre se declaró “muy interesado” en ir a Cuba si podía “decir con confianza que estamos viendo algún progreso en la libertad”.
Ahora que está más que claro que los derechos humanos no solo no han mejorado —al apresar al activista que se reunió en Miami con el emisario del presidente, el castrismo lleva la represión hasta la mismísima puerta de la Casa Blanca—, sino que empeoran de manera ostensible, la visita de Obama se dará en medio de un clima de recrudecido enfrentamiento entre el régimen y las fuerzas prodemocráticas.
Barack Obama y su equipo —quienes no han dejado de hacer explícita su discrepancia con La Habana en el ámbito de los derechos humanos— harían bien en dejar claro esta postura durante su visita, de manera pública, ante todos los cubanos. Cualquier cosa que no sea una señal clara de defensa de la democracia y los derechos humanos, no será más que una vía que prolongará el sufrimiento del pueblo de Cuba y en especial de sus luchadores y activistas pacíficos; una vía que, a la larga, dañará también los intereses de Estados Unidos.
El presidente Obama no debe perder de vista que lo mejor para ambos países, Cuba y Estados Unidos, es una Isla próspera y democrática. Lo demás, incluida la transición exclusivamente comercial y económica hacia un capitalismo de Estado que poco a poco se abre paso, solo traerá más represión, más violencia, más fractura social y más corrupción.