Nada como crecer, caminar, respirar, vivir y trabajar en la tierra que nos vio nacer; esa porción geográfica e histórica que genera el gentilicio y la identidad patria, con esa pasión excepcional anclada de por vida entre pecho y espalda.
El sentimiento sagrado y el profundo orgullo de pertenencia a un pedazo del mundo, es una cualidad única que nos hermana como personas habitantes de nuestro único hogar: la Tierra.
Pero ¿Qué decir cuando toca partir del terruño? Ciertamente, es una práctica milenaria experimentada por millones de seres humanos a escala planetaria, no obstante, cuando el turno toca en lo particular, es usual que la incertidumbre invada con una extraña conjugación de sentimientos que oscilan entre la alegría y la tristeza de levantar velas.
¿Desarraigo? Quién sabe, hay quienes así lo expresan… En definitiva, son emociones encontradas que solo un emigrante puede entender y que “Desorden Público” recientemente lo convierte en canción.