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Dos encuentros con el fuego

Elio Delgado Legón

Casa con techo de guano. Foto: Flikr.com

HAVANA TIMES — En mi vida he tenido dos encuentros desagradables, casi traumáticos, con el fuego. La primera vez, tendría unos 13 años y vivía en una casa con techo de guano, igual que otras en los alrededores, formando una especie de batey, en unos terrenos cuyo propietario los alquilaba.

Como a 80 metros detrás de mi casa, habitaba un matrimonio joven, en un bohío, también de guano, y todos los días se ausentaban para ir a trabajar. Una tarde, sin saber cómo, comenzó a arder el techo, y en pocos minutos toda la casa estaba envuelta en llamas.

Con mi curiosidad de adolescente, observé las llamas de cerca, mientras miraba hacia mi casa, por temor a que una chispa volara y cayera en mi techo. El traqueteo en el guano se grabó en mi cerebro y aun después de quemada toda la vivienda me parecía escucharlo.

El temor de que a mi morada le sucediera lo mismo se apoderó de mí de tal manera que esa noche no pude dormir, pues a cada momento me parecía escuchar el traquetear del fuego.

Yo pensé que ese trauma sería solo la primera noche, pero las subsiguientes me despertaba a cada momento y me parecía escuchar lo mismo. No pude dormir tranquilo no sé por cuanto tiempo, hasta que por fin, nos mudamos hacia la vivienda de la escuela rural donde mi madre trabajaba como conserje, que como era de mampostería y techo de placa, hizo desaparecer en mí aquel temor.

Foto: ecured.cu

La segunda vez que tuve un encuentro con candela fue el 19 de febrero de 1969, cuando un incendio provocado por terroristas contrarrevolucionarios, arrasó el edificio donde radicaba el periódico El Mundo, un diario que se publicaba en Cuba desde principios del siglo y que en ese momento funcionaba como taller, donde hacían prácticas estudiantes de Periodismo de  la Universidad de La Habana.

La noche del incidente, como estudiante de segundo año de Periodismo, me encontraba trabajando en el archivo, que tenía una colección completa desde el primer número y un enorme registro fotográfico.

Cuando comenzó a salir humo por los conductos del aire acondicionado, se dio la voz de alarma y nos mandaron a bajar por las escaleras hacia la calle. Desde allí pude observar cómo la ignición lo consumía todo, pues cuando llegaron los bomberos, ya del periódico no quedaba nada, solo lo que pudieron salvar los trabajadores del taller, que tenían en plomo casi toda la edición del día siguiente.

Ya de madrugada, con lo que se salvó, nos trasladamos hacia los talleres de Juventud Rebelde, donde se terminó y se imprimió esa publicación, que sacó en primera plana la noticia de dicho incendio, y continuó saliendo hasta el 5 de abril, cuando dejó de publicarse definitivamente.

El sabotaje, realizado por manos inescrupulosas y terroristas privó a los estudiantes de Periodismo de un buen taller para ejercitar  la profesión, y al país, de un medio de información y de su archivo, que formaba parte de la historia de Cuba desde el comienzo de la República.

Esos fueron mis dos encuentros con el fuego y espero no tener que pasar de nuevo por esa experiencia.

 

 

Written by Havana Times

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