Los alrededores son objeto de un inusual remozamiento y restaurantes cercanos han sido avisados de que deberán cerrar en el momento de la filmación.
“Durante las filmaciones no habrá público, los comercios cerrarán”, dijo el portero de una “paladar”. Interrogado sobre la perdida de ganancias que esto significaría, añadió: “Bueno, pasaron averiguando sobre los ingresos diarios y dicen que se pagarán. Ya usted sabe, los ‘yumas’ tienen dinero y lo pagan todo”.
El parque, además de sus habituales funciones como refugio de cientos de personas, es punto de convergencia de numerosas rutas de pasajeros dentro de la ciudad, tanto los taxis almendrones como los microbuses de las cooperativas. El cierre trajo una dislocación del servicio y ha creado confusión.
“La gente nos tiene locos”, dijo un miembro del personal de seguridad ubicado en el lugar. “Nos piden información sobre los puntos de salida del transporte. Más o menos sabemos pero, figúrese, aquí todo es cambiante”.
Para colmo, uno de los pocos servicios sanitarios públicos habilitados en Centro Habana radica en este parque, ahora prohibido. En la ciudad es “normal” ver a los hombres orinar camuflados entre las baterías de tanques plásticos dedicados a recoger la basura.
En las calles aledañas han aparecido máquinas e instrumentos para la reparación de viales, la pintura de los edificios y demás obras de “embellecimiento”, previas a la filmación.
Las aceras de la calle Salud, olvidadas durante años, están siendo repuestas. La calle Dragones terminará con una nueva capa de asfalto.
“Nos pagarán lo de siempre, aquí paga el Estado”, dice un joven obrero. “Pero alégrese, señor, al menos la calle quedará nuevecita”.
Un transeúnte reflexiona: “Viene el Papa, viene (Barack) Obama, ahora Vin Diesel y entonces arreglan algo de lo que nunca antes se acordaron. Siempre estamos esperando que nos traigan el remedio de afuera”.