LA HABANA, Cuba.- Desde el mes de marzo, al menos tres tardes por semana, el Parque Central de La Habana se convierte en escenario de determinadas acciones impulsadas por la Dirección Municipal de Cultura, con el fin de estimular la participación comunitaria y tomarle el pulso a la cultura de masas, toda vez que sería un insulto llamar “cultura popular” a lo que acontece en esta área donde tradicionalmente ha sesionado “La Esquina Caliente” del béisbol cubano.
La iniciativa consiste en un equipo de sonido y dos amplificadores enormes que vomitan música popular bailable, tradicional, o conocidos backgrounds para los atrevidos del karaoke. Pero la nómina invariable es aportada por una caterva de borrachos que realizan demostraciones de “cubanía” ante las narices de extranjeros y coterráneos.
Estas son las imágenes de la “cultura popular” subsidiada por la Dirección Municipal de Cultura con un presupuesto que, sin importar cuán exiguo sea, merece y debe ser mejor invertido. La curiosidad, las risas y la indolencia del público ante un show tan deprimente, son un testimonio claro de hasta dónde puede llegar en Cuba la filosofía de “Al pueblo pan y circo”. Solo que en este caso, hay ron en lugar de pan.
Supuestamente, estas expresiones “culturales” tienen el objetivo de contrarrestar el activismo de la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba); pero lo cierto es que emplear un solo centavo para garantizar semejante aquelarre ante las miradas impasibles de los nacionales y las muecas incrédulas de los turistas, es una indignidad.
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Los ‘actores’ o ‘bailarines’ (Foto: Ana León) -
El escenario (Foto: Ana León)
