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Argos teatro presenta ‘Diez Millones’, un retrato inquietante hecho por Carlos Celdrán

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El actor Daniel Romero durante la obra. (M. CAIRO)|diariodecuba.com
El actor Daniel Romero durante la obra. (M. CAIRO)|diariodecuba.com
El actor Daniel Romero durante la obra. (M. CAIRO)|diariodecuba.com
Carlos Celdrán|www.juventudrebelde.cu

La compañía Argos Teatro, con sede en Ayesterán y 20 de Mayo, presenta con gran éxito la obra Diez Millones, escrita y dirigida por el dramaturgo Carlos Celdrán, Premio Nacional de Teatro 2016.

Con un elenco integrado por Daniel Romero, Maridelmis Marín, Caleb Casas y Waldo Franco, su director se propone romper esquemas dramatúrgicos con mínima interacción entre los personajes y una narración en primera y tercera persona. El texto, autobiográfico, está dividido en varias etapas históricas de nuestro país: las décadas de los 60, 70, 80, hasta el 2012.

La relación de un niño con sus padres, da pie a hacer un recorrido por los períodos, como una incidencia directa de lo social en los problemas de una familia fracturada.

Luego del divorcio de la pareja, la madre se convierte en profesional y dirige un central azucarero —alusión a los 10 millones de toneladas a cumplir, en un país que se había quedado sin respaldo económico—. Intolerante, autoritaria, utiliza su poder sobre todos los que la rodean, y también sobre su hijo, que queda afectado psicológicamente y es internado en una clínica mental cuando le niegan estar con su padre, al que solo verá una vez al año, durante las vacaciones. El padre, hombre pasivo, no es capaz de revelarse y acepta el trato.

Devastador retrato de un chico introvertido, solitario, que sufre manipulaciones y es internado por años en becas para estudiar. Algunos padres pensaban que la educación en las escuelas en el campo era superior a la de la ciudad por la férrea disciplina que allí se imponía. Sin embargo, numerosos testimonios demuestran que existía violencia y otros abusos como relaciones sexuales entre estudiantes y maestros, además de bajos rendimientos académicos, sobre todo en alumnos que sufrían apatía familiar. Ocurrieron incluso suicidios.

Resulta singular el modo en que son divididas las etapas, con temas escritos en una pizarra cual si fueran tópicos a estudiar. Sueño, Viaje, 1969, Año de la educación, Masa y poder… A partir de estos, transcurren los monólogos y narraciones de los personajes.

El éxodo de los 80 se refleja en la figura del padre, que se refugia en una embajada (alusión a los sucesos de la embajada de Perú), lo que provoca en el hijo una controversia entre el amor y el deber, al ser llevado a repudiar a su propio padre.

Los mítines de repudio de la época, fueron instigados por el Gobierno, y se programaban en barrios y centros de trabajo. En los escarnios también participaban los estudiantes, al que se negaba a participar se le consideraba un “contrarrevolucionario“. Se lanzaban huevos, se gritaban improperios a los que querían marcharse del país y, automáticamente, pasaban a ser excluidos de la sociedad que los llamaba “gusanos“.

Obra controvertida, que habla del dolor, la soledad y la incomunicación. Soberbias interpretaciones, destacándose el joven actor Daniel Romero, en el papel del niño.

Con esta valiente puesta en escena, Carlos Celdrán, pasa a ser uno de los grandes del teatro cubano.

Rescatando a Virgilio Piñera

Otra obra de teatro, Si vas a comer, espera por Virgilio, escrita por José Milián, se repone por estos días en el Café Teatro del Centro Cultural Brecht, representada por la compañía Pequeño Teatro de La Habana.

Tres personajes confluyen en un restaurante de mala muerte: Virgilio, un escritor en ciernes, y una misteriosa mujer.

Entre el escritor consagrado y el joven se establecerá un diálogo que los llevará a experimentar emociones, a desentrañar verdades, repasando una etapa de la Cuba de los 70, donde se ejerció la censura sobre muchos escritores y sus obras, y se les cubrió con un velo de silencio, ya sea por su ideología o por su condición sexual.

Entre estos estaba Piñera, poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, que tuvo que trabajar como traductor para poder sobrevivir.

El personaje de Ella, es una mujer que aparece y desaparece en el restaurante y les reclama su puesto en la cola, encarnación que los vincula al mundo cotidiano a la escasez económica y moral en que se vivía.

En esta pieza dramatúrgica-autobiográfica en el contexto de la comida —recurso simbólico de la unión entre los amigos y la familia— se cuentan las penurias del talentoso autor homosexual, que sorteaba su vida con un selecto grupo de amigos que se reunía en su casa para escuchar la lectura de sus obras, ellos eran su verdadero público.

También se habla abiertamente de “los censores” que evaluaban si se publicaba o no, una obra. Pero, en el caso de Virgilio, nunca pudieron detener su labor literaria, su único asidero con el mundo; se levantaba a las 5:00 de la mañana a escribir, tuviera o no inspiración, como una acción de fuerza ante la injusticia.

Males de aquella época, como el oportunismo y la mediocridad, salen a la luz para ofrecer la imagen de un cubano orgulloso, poseedor de una vasta cultura, que lleva bien alta su cabeza y se define como un autor original y universal. Emergen, del mismo modo, los nombres de Lezama y Antón Arrufat, otras víctimas de aquel período.

Virgilio es un personaje redondo, lleno de contradicciones, con tintes histéricos, pero muy humano, que recurre a la amistad como compensación en medio de una sociedad que no lo acepta.

La singularidad de la pieza radica en sus extensos monólogos, que mezclan a personajes y frases de sus obras. Exploración filosófica de la vida, con su acostumbrado humor corrosivo. Hay alusiones a Eléctra Garrigó, obra que abrió la escena moderna en el teatro, y otras no menos importantes como Aire frío y Dos viejos pánicos, representada por primera vez en los años 90.

Son largos parlamentos, que no decaen gracias a las buenas interpretaciones de los actores Yosh Méndez (Virgilio), Ernesto Planas (Pepe) y Olivia San Román (Ella).

Hay que alabar además el diseño escenográfico, de luces y  la banda sonora, que nos envuelve en la nostalgia de los 70, con las voces de Elena Burke, Rafael, Juan y Junior, Rita Pavone, Vicentico Valdés, Charles Aznavour, y los Zafiros.

Esta joya teatral es para todo tipo de públicos, con momentos de gran divertimento, aunque prevalece en ella el dolor y constituye una reflexión sobre la creación, la vida y la muerte, entendible quizás para la gente mayor. No obstante, puede ser una referencia para que los jóvenes busquen las obras de Piñera, autor marginado en el esplendor de su carrera.

Written by Diario de Cuba

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