El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rechazó hoy por “indignantes” las declaraciones del embajador de EE.UU. ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Michael Fiztpatrick, al tiempo que rechazó que un Gobierno extranjero “pretenda opinar” sobre la vida de “un país soberano”.
“Es indignante ver las declaraciones y el discurso de este jueves de ese pelele embajador de los Estados Unidos en la OEA al hablar de Venezuela como si el fuese presidente de Venezuela, ministro o jefe de algún partido político de nuestro país”, dijo Maduro en un acto de gobierno transmitido en cadena obligatoria de radio y televisión.
“¿Qué tiene que opinar el gobierno gringo o el Senado de EE.UU. sobre la vida de Venezuela si hemos decidido ser libres, independientes y soberanos para siempre?”, preguntó el mandatario del país caribeño desde la isla de Margarita (noreste).
Fiztpatrick dijo este jueves durante su intervención en la sesión extraordinaria de la OEA que su país “no quiere ver a una Venezuela inestable políticamente ni empobrecida económicamente”.
Maduro aseguró hoy que los “partidos fascistas” que han surgido en la nación petrolera son “promovidos, financiados, monitoreados (vigilados) por el imperio estadounidense” para “recolonizar” al país suramericano.
Es un “intento de regenerar e imponer al país el viejo modelo oligárquico que acabó con este país durante décadas”, indicó.
Maduro pidió a los venezolanos “vencer la guerra económica nacional e internacional” responsable, según las autoridades, de la grave crisis económica que experimenta el país.
“Nos toca una guerra tan dura y tan compleja como es ganar la batalla por la independencia económica, por la prosperidad económica, el desarrollo sustentable”, señaló.
Asimismo, Maduro reiteró su denuncia por el “golpe de estado” que, afirmó, vive su homóloga de Brasil, Dilma Rouseff, quien, dijo, es víctima de los ataques que sufre la izquierda latinoamericana.
El jefe de Estado venezolano insistió hoy en la tesis de que ciertos sectores intentan emplear golpes mediáticos y judiciales para “apagar y desaparecer la fuerza que se ha levantado en Argentina, Brasil, Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia”.
“Lo que pueden hacer es que los pueblos se radicalicen más y tomemos otros caminos más severos, más duros, ante las arremetidas fascistas de esos sectores imperiales con sus aliados internos”, señaló
