A solo cinco minutos del primer ensayo del desfile de Chanel, la segunda directora de la marca le dijo a Jessica: “¿Quieres modelar?”.
“Eran las seis menos 20 de la tarde”, recuerda con exactitud. “Tuvo que repetirme la pregunta. Me quedé en shock, no recuerdo el momento en que me vistieron”, confiesa.
La joven cubana trabajaba como azafata en el Teatro Martí, que fungió como camerino del desfile. Aunque solo debía dar la bienvenida y orientar a los invitados, su estilo impresionó.
En cuestión de minutos, le eligieron un vestuario. Después, la prueba final: “Me pusieron delante de Karl (Lagerfeld). ‘Todo perfecto’, dijo, y me pidió que me relajara. Yo estaba sin palabras”.
Jessica se sumó a Lupe y Johana, las únicas dos modelos cubanas que habían sido seleccionadas en un casting previo, a partir de fotos de la agencia Actuar.
“Después hubo una prueba en bikini, que fue la definitiva. A los 11 días dijeron que habíamos quedado. Eso fue dos meses antes, fue mucho tiempo de espera. No quise ni comentarlo porque era algo demasiado grande”, cuenta Lupe.
“Para una modelo trabajar con Chanel, es la cima. A pesar de los nervios, todo fue muy bien, el personal de la firma y las modelos son maravillosos”, añade.
“Me costó concientizar que iba a trabajar con Chanel. Todo estaba extremadamente organizado, cada detalle. Cuando salí a la pasarela me sentí muy natural; pero todavía no creo lo que pasó”, relata Johana.
Para Jessica fue igual de impresionante. “Cuando me enfrié, me relajé, dije, ‘wow, voy a dar la cara por otras muchachas que se lo merecen también, que este es su sueño. Niñas que modelan desde los 13 años luchando por una oportunidad'”.
Las tres llegaron al modelaje por cosas del destino pues, a pesar de sus dotes físicas, habían escogido otro camino. Jessica es actriz y estudia en el Instituto Superior de Arte (ISA). Lupe toca el saxofón. Johana estudió contabilidad. Sin embargo, todas se sintieron a la altura de las modelos de Chanel.
“No hay nada que envidiar. Estamos perfectamente preparadas. Estamos al mismo nivel, aunque los estilos y el prototipo son diferentes. Sí, la presión fue mucha, pero estuvimos a la altura. Unas estudiaron en París, nosotros en La Habana, pero no hay más diferencias”.
Todas impresionan en la pasarela, aunque el reconocimiento en Cuba, “siempre es discreto”, comentan. Hasta en el caso del desfile de Chanel, la referencia a las modelos cubanas ha sido escasa, destacan.
“Muy poca promoción, los medios han hablado poco o nada sobre el tema, solo algunas revistas digitales. En la Televisión Cubana, silencio total. Es muy triste, porque esto toca una vez, no dos”.
Las modelos no saben por qué Largerfeld decidió incluir cubanas, quizás por los mismos motivos que eligió la Isla. A pesar de las excentricidades propias de la marca, opinan, Cuba sí estuvo presente en los diseños, especialmente la Isla de los años 50.
Llevar un diseño de Chanel es una oportunidad exclusiva. “Me encantó mi conjunto, creo fue uno de los que sí se podrían llevar en Cuba, yo lo usaría en la calle”, comenta Jessica.
Jessica, Johana y Lupe, fueron las únicas nacidas en la Isla en recorrer el Paseo del Prado con los diseños de Chanel. Al parecer, en este caso fue el verdadero talento lo que llevó a las modelos a la pasarela y no las “influencias”. Otros cubanos, entre ellos el aspirante a modelo Tony Castro, nieto de Fidel Castro, solo trabajaron como asistentes del evento.
El acceso al espectáculo más importante en la historia de la moda en la Isla fue muy restringido. Aunque el desfile representaba mucho para los defensores de la moda en Cuba, no estaban invitados, comenta Jessica.
“Gracias a Dios estaba Carmen Fiort. Pero se quedaron muchos, Juan Carlos Marrero, Mercedes Aguirre, la mayor modelo cubana”.
Sin dudas, el desfile contribuirá a la carrera de las muchachas y a abrirles puertas. “Pero todavía tenemos que luchar”, afirman. Ahora buscan exponer su trabajo a nivel internacional, nada fácil para las modelos cubanas.
Conscientes de todas las carencias de la moda nacional, tanto en la creación como en la producción de eventos, esperan que este histórico suceso atraiga nuevas miradas a Cuba, su moda y modelos.
“Creo que Chanel es el inicio de muchas cosas, se abre una puerta para que otras marcas vengan a inspirarse en la Isla y a buscar modelos. Las cosas pueden cambiar”, opina Jessica.
“No creo que antes de los últimos cambios de estos años esto hubiese sido posible. Espero que repercuta y no sea solo que Cuba está de moda de forma pasajera”, apunta Johana.
Por su parte, Lupe afirma: “En algún momento tenían que venir a Cuba, a hacer algo diferente ¿Y qué mejor que Chanel?”.
Publicado en Diario de Cuba