En el Congreso descamisado del barrio me han tildado de “fumador comemierda”, lo cual sería una redundancia si se refiriese al acto en sí de fumar, pero no, pues tiene que ver con otra cosa: mi apoyo a la reciente decisión gubernamental de subir el precio de los cigarros en Cuba.
La medida, que incrementa en 10 centavos de CUC el costo de cada cajetilla, entró en vigor la pasada semana a través de una Resolución del Ministerio de Finanzas y Precios.
Aclaro que apoyo la decisión, pero no me trago las razones esgrimidas por las autoridades: dicen que todo es culpa del “aumento de precio de las materias primas en el mercado internacional”.
¡Hay que tener la cara de concreto para decir tal cosa en el país del Habano! Pero bueno, el mundo contemporáneo anda loco y ya nadie sabe cuál va a ser el próximo absurdo.
El Reino de Venezuela, por ejemplo— cuyos ciudadanos solían lavarse las manos con petróleo para ahorrar agua—, adopta ahora medidas urgentes para ahorrar energía eléctrica y le sube el precio a la gasolina. Según la cadena de noticias Telesur “con el apoyo mayoritario del pueblo venezolano”. De ser así el pueblo venezolano pudiera ser mucho más comemierda que yo, porque el tabaco mata pero el petróleo no, a menos que te lo tragues o que te prendas candela.
Entonces me acuerdo del chiste soviético:
-¿Es posible construir el Socialismo en el desierto?
– Sí, es posible, pero no recomendable…
– ¿Y eso por qué?
– Pues porque en un par de meses habría escasez de arena…
El argumento de las materias primas y el mercado internacional relacionado con el precio de los cigarros en Cuba suena a muela barata traída por los pelos para camuflar razones más convincentes, que mucha gente comenta hoy en las calles de la Isla.
Primero: compensar la disminución de los precios de una amplísima variedad de productos alimenticios de primera necesidad como el muslo de pollo, la molleja de pollo, el hígado de pollo, la rabadilla del pollo, el aceite de soya y el orégano en polvo.
¿Sabía usted que un kilogramo de carne de vaca consume el equivalente a 7 kilogramos de carne de pollo? ¡Y luego hay tontos que dicen que nuestro Estado no protege la salud del pueblo!
Fíjense si nos protege que algunos videntes del futuro nacional ya prevén la incorporación a la red de Tiendas Estafadoras de Dividas (TRD) de originales inventos como el refresco de pollo, los zapatos ortopédicos de piel de gallo viejo y hasta galleticas dulces hechas de corazón de gallina.
Segundo: reducir paulatinamente el interés y el acceso de los adolescentes a las drogas.
En cualquier caso— y aunque a mí me guste más el tabaco que el pollo plástico— hay que reconocer que son razones de peso mayor.
“Si van a subir el precio de las cosas que hacen daño para bajárselo a la comida por mí está bien”, me comentó un tipo en el Hotel Santa María, donde fui a comprar un montón de cajas de H. Upman la noche anterior a que entrara en vigor la Resolución. “Pero hace falta que sigan bajando el precio de la comida…”, agregó, acaso para no mostrarse demasiado ingenuo.
Para seguir en la línea del fumador comemierda, pienso que el gobierno cubano debería aprovechar el impulso actual y tomar acciones como prohibir la venta de cigarros “al menudeo” (por unidad), implementar un impuesto especial sobre la venta de tabaco y alcohol, exigir la inclusión de mensajes de bien público en las etiquetas de las bebidas alcohólicas, y garantizar el abastecimiento comercial de bebidas sanas.
Más de una vez— urgido por el calor y la sed del clima que nos tocó—, he debido comprar cerveza porque no hay refresco.
Además, el precio de un litro de alcohol en Cuba es bastante similar al de un litro de jugo de naranja, si es que aparece el último… Y los chamas del barrio consiguen más fácil y más barato un cigarro que un chicle o un caramelo.
Luego a nadie sorprende la propensión adolescente a coquetear con las drogas legales, que como todo el mundo sabe son puertas de entrada al oscuro mundo de las drogas duras.
Personalmente nunca he preferido aquello de dificultar lo incorrecto antes que facilitar mejores opciones, pero por esta vez, y viendo el rumbo incierto de la marcha proletaria, confío en la utilidad de hacer ambas cosas a la vez.
Si te molesta fúmate un pollo.