Damnatio memoria o la condena de la memora fue el castigo que el antiguo Senado romano imponía a un enemigo del Estado que deseaban deshonrar. Borraban a los “condenados” de los retratos, murales, y otros objetos. Así castigaban su comportamiento o su rebelión, para consolidar el poder del Senado o el nuevo gobernante.
La destrucción de la memoria ocurre a través de la historia. Stalin borraba de fotos y documentos a personas que caían en desgracia con él, como fue el caso de Trotsky. Dictadores como los Castro crean una versión “oficial” de la historia en que se borra cualquier huella de logros de sus opositores. En la novela 1984, de George Orwell, las “nopersonas” se “evaporan” a través de la alteración de archivos legales e históricos. A las “nopersonas” de Alemania Nazi se les negaba el status legal y los más básicos derechos humanos y, por ende, se podía cometer todo tipo de violencia y abusos contra ellos.
Numerosos cubanos y cubanoamericanos reciben el trato de “nopersonas” de parte del gobierno de Raúl Castro, el cual desprestigia, abusa de, y elimina de la historia a sus opositores. Cubanos excepcionales tales como la premiada periodista Yoani Sánchez y el brillante Antonio Rodiles son víctimas no solo de abusos sino que se les trata de borrar. “Nadie conoce a Yoani Sánchez en Cuba,” me dice un amigo que visita la isla, haciéndose eco de lo que comunica el gobierno castrista. Los exilados cubanos que se oponen a la dictadura han sido “borrados” a través de la censura o desprestigiados. Son la “mafia derechista miamense” o “dinosaurios” cuyos logros—aunque sean famosos—son despreciados, ignorados u objeto de poca atención. Este constante menosprecio del exilio cubano es lo que hizo posible que Carnival tratara a ciudadanos norteamericanos nacidos en Cuba como “nopersonas” cuando inicialmente planeaba aceptar los dictámenes discriminatorios del gobierno cubano.
Muchos cubanoamericanos afirman que Castro está tratando de borrar la historia del exilio. Además, debido a que los norteamericanos están ansiosos de probar la exótica fruta prohibida de Cuba, está de moda y es aceptable el olvidarse de la cultura y contribuciones de los cubanoamericanos. Un ejemplo de los resultados es el “diálogo” entre artistas cubanos y cubanoamericanos en PAMM, conferencia en que no fueron oradores muchos de los más prominentes artistas y expertos opuestos a la dictadura cubana. Por ejemplo, Julio Larraz, Luis Cruz Azaceta, Maria Brito, Mario Bencomo, Arturo Rodríguez, Demi, Mario Algaze y muchos otros que podrian ofrecer otro punto de vista de los que estuvieron como oradores invitados.
Otro resultado es que es improbable que las organizaciones e intelectuales cubanoamericanos que defienden los derechos de los cubanos se puedan beneficiar de las donaciones del gobierno y fundaciones nacionales para fomentar el intercambio cultural con Cuba. De hecho, el gobierno cubano no les permitiría a estos opositores participar en dicho intercambio. Para la dictadura son “nopersonas” pero, lo que es peor, es que lo son también para el gobierno y fundaciones norteamericanas.
Los periodistas libres deben asegurar que las aportaciones de los cubanoamericanos—especialmente en Miami—no se borren de la historia. A medida de que los periódicos y revistas pierden circulación, cortan gastos, eliminan periodistas locales (siendo así menos relevante para esta comunidad), la historia de los cubanoamericanos la contarán los que la crearon. F.A.C.E. publicó Cubanos: el viaje épico en inglés y español. Sus autores incluyen a grandes periodistas como Howard Kleinberg y Guillermo Martínez y a respetados expertos en diversos campos. Este libro preserva y analiza la historia cubanoamericana. La Colección de la Herencia Cubana de la Universidad de Miami, el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de UM, y el Museo Cubano continuarán su labor de contar la verdad sobre el exilio cubano. Merecen nuestro apoyo para que no dejemos de existir a los ojos del mundo.
En resumen, la labor de los cubanoamericanos ha sido fundamental en convertir a Miami en una ciudad internacional. Sirven a este país, pagan impuestos, crean negocios exitosos, contratan empleados, crean arte, donan a museos, dirigen universidades, transforman la ciudad en centro tecnológico, construyen edificios de nivel mundial, inspiran una obra de Broadway, escriben libros, producen películas, dirigen bancos, ganan Grammys, y mucho más.
Es deber de museos e instituciones locales que reciben fondos públicos y donaciones de cubanoamericanos el presentar exposiciones y conferencias que exploren significativamente la cultura y trayectoria de los cubanoamericanos. La exposición de Pedro Pan del Museo de Historia y la de PAMM sobre la obra en cerámica de Carlos Alfonzo demuestran por qué vale la pena el contar esta importante historia.
Aida Levitan, Ph.D. • Presidenta de ArtesMiami, Inc