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Transformistas cubanos escalan la cuesta de profesionalizarse

Activistas participan en la Conga de la diversidad organizada por el Centro Nacional de Educación Sexual, el 14 de mayo de 2016 en La Habana, en una de las actividades de la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
El artista Riuber Alarcón, que ha convertido a su personaje de la diva Margot Parapar, en un emblema del transformismo en Cuba, durante una gala por la diversidad realizada el 13 de mayo de este año en La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
El artista Riuber Alarcón, que ha convertido a su personaje de la diva Margot Parapar, en un emblema del transformismo en Cuba, durante una gala por la diversidad realizada el 13 de mayo de este año en La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Los artistas como Riuber Alarcón, que convirtió su personaje Margot Parapar en un hito del transformismo en Cuba, gozan ahora de categoría profesional y pueden dejar atrás años de confinamiento en fiestas clandestinas y espacios comunitarios. 

Tras una ardua lucha por ser reconocidos dentro del gremio artístico, un creciente puñado de transformistas, que cumplieron los requisitos establecidos, ha ido obteniendo desde 2012 un certificado profesional expedido por entidades oficiales como el estatal Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE).

“Se ha avanzado bastante, pero todavía hay mucha homofobia y transfobia internalizada en la sociedad”, aseguró Alarcón, de 40 años, quien se formó como peluquero y entró en el mundo del transformismo para ganar más dinero, en los comienzos de la dura crisis económica, que se prolonga en Cuba desde 1991.

“Tener una categoría de actor es un reconocimiento a mi trabajo y al de muchas otras personas, aunque sigue viva la polémica sobre si el transformismo es arte o un recurso escénico”, explicó a IPS el actual integrante de la compañía Latin Dance Ballet, dirigida por el director escénico Carlos Rey.

Ahora Alarcón, que en la piel de la diva Margot Parapar acumula 20 años conduciendo y animando espectáculos, está representado por la empresa estatal Caricato, es contratado por centros estatales y privados, paga impuestos y accede a los servicios de seguridad social, entre otros beneficios.

“Ya no somos ilegales”, indicó el artista, uno de los primeros beneficiados por la medida.

Sin embargo, opina que faltan espacios claves por conquistar. “Hay personas que todavía le temen a esto: no hay un transformista que haya estado haciendo un programa en la televisión (bajo control estatal) o siquiera haya aparecido en la pantalla”, ejemplificó.

“La gente está conociendo nuestro arte, va a explorar en familia y le gusta”, aseguró el autor de Margot, transformada en la conductora de la Gala Cubana contra la Homofobia en La Habana.

Esas galas son grandes espectáculos celebrados cada año desde 2008 en varias ciudades, como parte de las actividades de sensibilización, educativas, académicas y deportivas organizadas por el estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) alrededor del 17 de mayo, el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.

La reivindicación del transformismo artístico y la capacitación de sus cultores para promover la salud sexual desde el escenario, figura entre el amplio trabajo por la inclusión de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) que realiza Cenesex.

El transformismo es realizado también por personas heterosexuales, que son igualmente estigmatizadas por la discriminación por orientación sexual e identidad de género en el país, que el Cenesex intenta reducir.

Activistas participan en la Conga de la diversidad organizada por el Centro Nacional de Educación Sexual, el 14 de mayo de 2016 en La Habana, en una de las actividades de la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Activistas participan en la Conga de la diversidad organizada por el Centro Nacional de Educación Sexual, el 14 de mayo de 2016 en La Habana, en una de las actividades de la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Por el empuje de ese centro y “las solicitudes de aspirantes que venían realizando la actividad aun sin ser egresados de la Enseñanza Artística, fuimos buscando modalidades que se ajustaran a sus potencialidades, modos de expresión y nuestras normas de empleo”, explicó Noel Bonilla, director de desarrollo artístico del CNAE.

La entidad exige que la persona haya completado estudios de técnico medio, esté activa en la práctica escénica y muestre un dosier sobre sus presentaciones públicas. Además, tiene que pertenecer a un proyecto dirigido por un profesional, el responsable de presentar la solicitud, detalló Bonilla.

Especificó, además, que resulta complejo determinar cuántos artistas ya han sido categorizados en Cuba porque hay más instituciones facultadas para hacerlo.

Por el momento, la mayoría de los transformistas certificados están “amparados en la excepcionalidad de la maestría y dominio de sus prácticas artísticas como figurantes, comediantes musicales, excéntricos musicales, actores, etc., sin formación profesional”, indicó el experto.

“Me he encontrado con aspirantes convertidos ya en artistas-creadores por el dominio y maestría de sus desempeños”, valoró Bonilla, para quien la experiencia ayuda a que las instituciones culturales se acompasen al ritmo de las nuevas tendencias del panorama escénico nacional, “que es mixto y complejo”.

El transformismo como expresión artística resulta tan viejo como el teatro mismo y se refiere tanto al hombre travestido de mujer como viceversa, aunque el primer caso resulta más común. En la historia cubana, la comunicadora e investigadora Marta María Ramírez encontró ejemplos de los entonces llamados “maquietistas”, que datan de 1922.

Tomado de : IPSNoticias

Written by IPS Cuba

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