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‘La Casona de 17’, un modelo de la gestión privada

LA HABANA, Cuba.- A pesar de todas las dificultades que confrontan en su trabajo las 173 Cooperativas no Agropecuarias que funcionan en La Habana, su saldo en 2015 se puede calificar de positivo. Una muestra de ello es “La Casona de 17”, ubicada en Calle 17 entre M y N, en el barrio capitalino del Vedado.

Fundada el 26 de marzo de 2014, se trata de una cooperativa inducida del Ministerio del Turismo. Anteriormente era un restaurante perteneciente al grupo Palmares, pero por las pérdidas crecientes que se reportaban debido a la mala gestión administrativa, la dirección de esa entidad le propuso a los trabajadores de “La Casona” que pasaran a ser cooperativa.

En estos momentos La Casona de 17, cuya presidenta es Migdelis Azahares Sablón, tiene 42 socios, de los cuales 14 son mujeres, además de tener 8 trabajadores contratados.

Por su positiva gestión económica, ha sido una fuente generadora de empleos. Cuando abrió sus puertas, hace dos años, eran solo 12 socios, pero a medida que se ampliaron sus ofertas gastronómicas la cifra de asociados creció.

“La Casona de 17” brinda los servicios del “Salón Villa Mansa”, un espacio para actividades especiales que está climatizado, la Parrillada “Grillmania”, que por sus variadas ofertas reporta una gran afluencia de comensales, el “Balcón de 17”, en la planta alta,  además de un salón de conferencias y un centro nocturno.

En el establecimiento se celebran bodas, cumpleaños, y otros tipos de fiestas. Además brinda servicios a más de 50 empresas estatales y a representaciones del exterior como la Unión Europea y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros.

Su punto de venta ubicado en Línea y F, en el Vedado, en el que por su privilegiada ubicación hay gran afluencia de clientes y elevadas ventas, representa una buena fuente de  ingresos a la cooperativa.

Varias agencias de viaje, entre las que sobresale Amistur, tienen contratos con La Casona para traer clientes, pero los resultados no han sido  los que se esperaban. Confrontan dificultades en concretar contratos debido a que la competencia es bastante fuerte, principalmente con los restaurantes privados, que con ofertas de altos estándares  logran cada día más clientes.

Los precios, a su vez, son bastante económicos comparado con los precios de otros lugares de su categoría. Su plato insigne, el arroz con pollo a la chorrera servido en cazuelas de barro, es a 4,50 dólares. No obstante, todavía para un cubano promedio que cobra alrededor de 20 dólares al mes es un lujo incosteable el venir aquí a deleitarlo.

Otra actividad que reporta buenos resultados económicos a este lugar es el servicio de comida  a domicilio.

Con los nuevos platos que hoy se ofertan y los servicios que no se brindaban cuando La Casona era administrada por Palmares, los ingresos  se han incrementado. Anteriormente, la parasitaria burocracia estatal trababa la gestión: su autorización era precisa hasta para confeccionar un nuevo plato.

Hoy, los asociados son  los que deciden lo que se va a ofertar sin que haya que consultar a instancias superiores. La cooperativa realiza estudios de mercado para conocer lo que el cliente quiere y los recursos de que se dispone.

Cuando la dirección y gestión del restaurante pertenecía al Grupo Palmares, dependía del presidente del Grupo, del director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) y del director de la sucursal. Era tal el verticalismo y la centralización reinante, que el administrador del lugar, para poder ejecutar  una pequeña reparación, decidir de qué color pintar las paredes u ordenar un nuevo plato, tenía que esperar las órdenes de la cadena de mando.

El consejo administrativo de La Casona está integrado actualmente por un presidente y la asamblea general de los socios, que es la principal instancia de la cooperativa y donde se toman las principales decisiones. En estos momentos, los 42 asociados de la cooperativa son los que deciden como dirigen y gestionan su cooperativa, sin necesidad de esperar órdenes y sus ganancias dependen de lo que sean capaces de vender.

Antes, cuando se reportaban pérdidas, el Estado asumía el pago del salario. Ahora para ganar hay que vender, y para eso se requiere de un buen servicio.

La Casona de 17 abre sus puertas de ocho de la mañana a doce de la noche, pero esto no es rígido: si hay clientes, no cierran hasta que los últimos pidan la cuenta, así sean las dos de la madrugadaa.

origenesmadibas@gmail.com

Written by CubaNet

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