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Se aplaza la construcción del socialismo

La conceptualización no tiene en cuenta al cubano de hoy, con otros planes y otras exigencias (foto del autor)

La conceptualización no tiene en cuenta al cubano de hoy, con otros planes y otras exigencias (foto del autor)

LA HABANA, Cuba.- Si el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en 2011, solo arrojó como algo patente un panfleto impreso conocido como “Lineamientos”, el VII, recién clausurado, no podía ser menos que el anterior y, por no contar con algún logro de beneficio público que ofrecer ni buenas nuevas que anunciar, ha parido otros dos volúmenes de palabras, derivados de aquel otro guion teatral aun sin definitiva puesta en escena.

El primero, nombrado “Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista”, es un prontuario inconcluso que viene a sustituir a aquella Plataforma Programática que contenía la fórmula mágica para el diseño y producción en serie del Hombre Nuevo; el segundo, titulado Plan nacional de  desarrollo económico y social hasta 2030: propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos”, es el re-ensayo de la planificación socialista concebida bajo la conveniente (más que testaruda) fe en aquello de “a la tercera va la vencida”.

Ninguno de los dos textos ofrece al ciudadano cubano soluciones concretas más allá de un intangible “aparato teórico” referido a una sociedad cubana de un futuro “a largo plazo” sobre el que no existen garantías de concreción real. Es decir, pura ciencia ficción.

Reparemos en que el propio documento especifica que, aunque ha sido “elaborado en tiempo presente (…), se refiere a la sociedad futura”. Pero, además, no atañe al primero “exponer cómo se actualizará el Modelo”, pero sí al segundo, de cuya lectura en modo alguno se infieren esas “acciones y medidas concretas” para alcanzar los objetivos del año 2030, sino un compendio de directivas con dos únicas funciones: reiterar el carácter absoluto, rector y eterno del Partido Comunista y simular una apertura política al emplear y reiterar términos como democracia, participación, propiedad privada, respeto a la diversidad, libertades plenas, cada uno acompañado de apostillas que niegan o reinterpretan.

Por ejemplo, si en el punto 95 de la Conceptualización (según el texto publicado en el tabloide oficial) el nuevo modelo admite la coexistencia de la llamada “propiedad socialista” o estatal con otras formas de propiedad, los siguientes párrafos servirán para despojar a la iniciativa privada de las ventajas que favorecerán a la empresa estatal: “la existencia de las formas no estatales está condicionada por los objetivos del desarrollo socialista” y no se permitirá “la concentración de la propiedad y la riqueza en personas naturales o jurídicas”, lo cual, en su momento, será un verdadero cubo de agua fría sobre quienes hoy, desde el exterior e incluso dentro de Cuba, piensan la economía cubana como un territorio de inversiones similar al ruso, al chino o al vietnamita.

Aquí se trata de otra cosa cuyo propósito es incrementar capital solo para mantener un status quo.

Tengamos en cuenta que el panfleto se regodea en la cantinela de que los cambios solo cumplen un objetivo: la construcción del socialismo, siempre acompañada por costosísimos planes de Seguridad Nacional y Defensa dirigidos a  proyectar y mantener una imagen de gran estabilidad social, al tiempo que condiciona las relaciones de los empresarios y los ciudadanos, extranjeros o del patio, con el sistema político de la isla.

Otro ejemplo: la Conceptualización promete un celoso cuidado del medio ambiente, sin embargo, el Plan para el 2030, ignorando las permanentes alertas de sequía para Cuba y los informes sobre el impacto ambiental negativo de estas instalaciones en otros contextos, prioriza la construcción de decenas de campos de golf asociados a inmobiliarias.

Entre ambos documentos, la Conceptualización y el Plan nacional para el 2030,  se crea un doble discurso que pudiera ser útil de acuerdo con las circunstancias. Un campo de golf puede ser beneficioso para la economía pero, a la vez, perjudicial para el medio ambiente. ¿Cuál de los dos panfletos seguir? ¿El que vela por el medio ambiente o el que respalda los campos de golf? ¿Todo dependerá de la relación de conflicto o de integración del empresario o el ciudadano con el sistema político, de su afinidad con él?

Más que a una teorización, estamos asistiendo a un rejuego teórico con vistas a la consolidación de un estado totalitario donde las riquezas solo pueden ser concentradas y administradas por el poder, y donde cualquier “concesión capitalista” que se haga en esta “etapa actual” será susceptible de ser revocada si el contexto mundial favorece o perjudica, o si determinado inversionista, empresario o ciudadano no comulga con los principios de la Conceptualización.

En la conceptualización la iniciativa privada no gozará de las ventajas de la empresa estatal (foto del autor)

En la conceptualización la iniciativa privada no gozará de las ventajas de la empresa estatal (foto del autor)

Los documentos, como expresan claramente, pretenden erigirse como legado de la llamada “generación histórica” y como marco de actuación para, de una vez y por todas, convertir a Cuba en una nación fértil pero, contradictoriamente, sin renunciar a la misma realidad política que, en los últimos cinco años, ha impedido la implementación de más del 80 por ciento de los “Lineamientos económicos”; y que, en los últimos 60, aún no ha logrado colocar la primera piedra del llamado socialismo “próspero y sostenible”.

Cinco años es el tiempo que han tardado los ideólogos de la revolución cubana en generar ocho borradores de una Conceptualización que cuenta con solo 12 páginas en formato tabloide y con tipografía de 12 puntos. El Plan de la nación para el 2030 es aún mucho más breve.

Trescientos treinta párrafos, la mayor parte redundantes y contradictorios, que pretenden dar la sensación de que se trabaja en serio en la búsqueda de una solución al problema cubano que, a todas luces, es una verdadera película de catastrofismo político y económico con ese contenido de lenguaje de adultos, violencia y sexo que se supone no integren la fórmula socialista.

Cinco años han servido al gobierno para intentar conceptualizar el futuro de los cubanos. Sin embargo, ese tiempo no ha sido suficiente para que los “cerebros de la nación” diseñen estrategias para el aquí y ahora que minimicen los impactos de la corrupción, el burocratismo, el oportunismo, el inmovilismo social y otro centenar de fenómenos que tanto daño han hecho al país pero que, a la vez, han generado las riquezas de unos pocos privilegiados que harán cualquier cosa por perpetuar ese modelo político fallido que los conservará en el poder o bajo su sombra.

Los últimos panfletos emanados del Partido Comunista (único legalmente permitido en Cuba) no surgieron de una consulta pública, abierta, a los ciudadanos para conocer cómo pensamos la nación en el futuro o si deseamos postergar la realización de nuestros planes individuales para fomentar los de un partido político al que no pertenecemos la mayor parte de los cubanos. Es más, nuevamente se ha ignorado la realidad de conceptos esenciales como cubano y cubanía que, debido a las diásporas, los exilios, las proscripciones y los mismos planes de realización personal, trascienden el territorio de la isla y las conceptualizaciones generadas desde el poder.

Las nuevas teorizaciones, que modificarán la Constitución en un próximo referendo ya anunciado, restringen aún más las posibilidades de un cambio social emanado del pueblo y por ello no admiten ninguna forma de veto, anulación o crítica desfavorable, a pesar de que se ha anunciado una consulta con las demás “organizaciones políticas y de masas” que terminará siendo uno más de esos actos aprobatorios, al estilo de otras jugadas para simular consenso y unidad.

Conceptualización es una palabra que infunde más miedo que esperanzas. 2030 es una fecha demasiado lejana para quienes esperan que sea hoy, y no mañana, el regreso de los familiares dispersos por el mundo, el fin de las carestías, el aumento de los salarios, las plenas libertades de creación y de expresión, la igualdad de derechos y la consumación de los planes personales sin tener que trocar sexo por dinero ni abrazar una ideología que nos resulta ajena.

Un plan para 2030, más que una promesa de prosperidad pareciera un nuevo tope en el calendario apocalíptico. Una estrategia de resguardo, secreta, similar a la del filme “2012” donde solo se salvan elegidos y astutos, mientras los comunes quedan en total desamparo.

Written by CubaNet

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