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Colchoneros, el oficio de hacer dormir bien

 

LA HABANA, Cuba.- La fabricación y reparación de colchones es un viejo oficio que las modernas tecnologías han simplificado con materiales sintéticos que agilizan e incrementan su producción. Sin embargo, en Cuba los bajos salarios, la escasez de materiales y los altos precios en la tiendas recaudadoras de divisas obligan a los que demandan este servicio a recurrir a los cuentapropistas.

Joaquín Fernández, un jubilado de 66 años que se dedica a la reparación de colchones desde el año 1992, explica que “la demanda de personas solicitando este tipo de servicio es creciente. Cuba es un país con muchas carencias, y las ofertas estatales son muy caras”.

“Nosotros los particulares”, apunta Fernández, “ofrecemos opciones más asequibles a la economía marginal del cubano. Reparar un colchón (servicio que el mercado estatal no ofrece) puede costar entre 30 y 50 dólares, en dependencia de la cantidad de guata, muelles, forro y tela de revestimiento final que lleve; y la confección de un colchón, si nosotros ponemos todo el material, tiene un precio entre 70 y 90 dólares. No digo que esté al alcance de todos, pero es una alternativa más flexible”.

Uno de los ayudantes que labora junto a Joaquín, que prefirió no identificarse, asegura que “lo que pasa es que los materiales se dificultan mucho, y eso encarece un poco el trabajo. Figúrate tú que el metro de tela, el más barato, te sale en cuatro o cinco dólares, y un colchón camero se lleva hasta cinco metros de tela. Y de los muelles, ni hablar. ¡Es un dolor de cabeza conseguirlos! Un colchón se lleva, aproximadamente, 50 muelles, que cuestan entre 30 y 40 centavos dólar, lo que hace un total de entre 15 y 20 CUC”.

Andrés Navarrete, de 52 años, es otro reparador de colchones que ofreció información sobre el tema relacionado con los “colchoneros”, como también se conocen los trabajadores que se dedican a este tipo de trabajo.

Según Navarrete, “el material más problemático es la guata. Prácticamente no existe. Toda la que se puede resolver es la que logramos recuperar de colchones viejos y otros muebles antiguos que la gente bota en la basura o nos lo venden. Y cuando no podemos conseguir la guata, tenemos que comprarle al estado las planchas de espuma de poliuretano, que nos cuesta unos 30 dólares cada pieza de 57 X 74 pulgadas”.

“Pero por muy caro que pueda costar el trabajo con nosotros los particulares”, asegura Andrés Navarrete, “jamás se puede comparar con la barbaridad que te cobra el estado por un colchón. Imagínate que un camero te cuesta, en la ‘shopping’ (tienda), 269 CUC, casi 7000 pesos moneda nacional. Con nosotros, lo más caro que te puede costar un colchón son 100 dólares”.

El colchonero de 52 años también se refirió a la durabilidad de los colchones que venden las tiendas recaudadoras de divisas, y explicó que “uno de los grandes problemas que tienen los colchones que venden en la shopping es el material del relleno. La poliespuma, o espuma de poliuretano, sufre mucho desgaste debido a las altas temperaturas y el uso diario, por lo que su vida útil no sobrepasa los cinco años”.

Sin embargo, la opinión de algunos clientes sobre la calidad de los servicios estatales y particulares crea polémicas punzantes sobre el tema.

Odalys Mederos Luna, una enfermera de 36 años, cuenta que “en una ocasión mi esposo y yo compramos un colchón que nos costó 100 dólares. La verdad es que lo vimos muy bueno, lo palpamos y lo encontramos resistente, y estaba forrado con una tela estampada muy bonita. Pero sucedió que a los dos meses de comprado comenzó a hundirse por el centro, y cuando lo llevamos a reparar descubrimos que todo el relleno era de hierba seca y jabitas de nylon”.

Por su parte, Enrique Campusano Montes de Oca, un jubilado de 65 años que pasó por una experiencia similar, considera que “después que me estafaron con aquel colchón que compré en 90 dólares y que resultó que estaba relleno con trapo y papel, no me vuelvo a arriesgar más con los particulares”.

Y concluye Campusano Montes de Oca: “Luego de aquel incidente compré un colchón en la shopping que me costó casi 300 dólares. Lo tengo hace casi cinco años y todavía está en buenas condiciones. No sé cuánto tiempo más me va a durar; pero ese, al menos, sé que está relleno con espuma de goma”.

Otros criterios favorecieron más al trabajador privado, aunque señalaron que “el problema es que tienes que escoger muy bien quién te va a hacer el trabajo y chequear lo que te están haciendo, porque hay mucha gente improvisada que lo único que le interesa es buscar dinero”.

Y aunque la polémica puede resultar interminable, lo cierto es que la reparación y confección de colchones es un servicio cuya responsabilidad y peso mayor recae en el cuentapropismo, pues el estado no lo garantiza, como ocurre con tantos otros servicios de primera necesidad en los que el desamparo estatal obliga al ciudadano a recurrir al sector privado, con todo lo que tiene de positivo y negativo esa alternativa.

Written by CubaNet

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