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Un drama humanitario jamás visto en Colombia

Los cubanos continúan arribando, pero no pueden seguir (Archivo)

Los cubanos continúan arribando, pero no pueden seguir (Archivo)

FORT PIERCE, Estados Unidos.- A solo una semana del cierre de las fronteras panameñas, comenté en un artículo acerca de un conflicto de carácter social y político que se avecinaba, lo que ya se ha concretado si se tiene en cuenta las situaciones de los migrantes cubanos en Quito, donde el conflicto ya pasó a ser crisis. En Turbo, Colombia, ya se habla también de un “drama humanitario” jamás visto en la historia de ese país.

Ambos sucesos están siendo protagonizados por multitudes de cubanos, lo que constituye un hito en la historia de nuestra migración si se considera que los movimientos de los isleños en Ecuador están llamando poderosamente la atención de instituciones sociales, políticas y religiosas, así como de diversos medios de prensa del mundo, y que el conflicto de Turbo constituye una lección de firmeza y valentía por parte de los migrantes varados allí.

Aun cuando no se había terminado de solucionar la crisis humanitaria en Panamá, ya en Turbo, localidad de Antioquia, se acumulaban cientos de cubanos que llegaban procedentes en su mayoría de Ecuador, así como multitudes de africanos y haitianos que emprenden también su travesía rumbo a Estados Unidos.

Desde sus comienzos en el 2008, cuando Ecuador suprimió el visado para los cubanos, pasando por el incremento producido en 2012 hasta llegar al estallido del 2015, el fenómeno migratorio cubano en América no ha cesado jamás.

Solo este año han sido detectados 3 891 migrantes irregulares en esa zona de Colombia, mientras que en 2015 se precisaron 2 942, y en el 2014, más de 500. Según el diario colombiano El Tiempo, la mayoría de los inmigrantes son cubanos, seguidos de ciudadanos de Haití, Congo, Ghana, Senegal, Nepal y Bangladesh.

Actualmente se calcula que hay alrededor de 300 cubanos en Turbo, cifra que pudiera ser mucho mayor si se tiene en cuenta a aquellos que no se han concentrado en albergues por estar hospedados en casas, así como un grupo de médicos que han desertado de las misiones en Venezuela y Brasil y se ocultan ante el peligro de ser deportados, amén de los que logran salir con coyotes a través de las selvas. Uno de los líderes afirma que ya hay en Colombia cerca de mil cubanos “dispersos por Turbo, Sapzurro, Capurganá, Medellín, Bogotá, y otros departamentos”.

Centenares de migrantes africanos fueron trasladados hacia Capurganá, pero los cubanos ofrecieron resistencia por temor a ser engañados, considerando el precedente de los africanos de Paso Canoas. Su permanencia en Turbo es muy difícil; las autoridades colombianas, a pesar de las múltiples declaraciones hechas a los medios de prensa acerca de posibles ayudas, se han mostrado indiferentes ante la situación infrahumana de los cubanos.

Según opiniones directas de varios migrantes, lo poco que han recibido ha sido por iniciativa de los pobladores del lugar. Un albergue improvisado sólo con pequeños colchones en el suelo, una sola comida al día con lo que pueden adquirir en mercados y lo que le ofrecen los vecinos, así como un hacinamiento extremo, entre el hambre, la incomodidad y el calor excesivo, caracterizan el panorama en Turbo.

Un habanero procedente de Ecuador, de los primeros en llegar, declaró: “El gobierno no nos ha dado ninguna ayuda: ni atención, ni alimentos, ni agua, ni  aseo personal, ni protección alguna. La ayuda solamente la ha dado la población del lugar, por espontaneidad”. De igual forma se refirió a la actitud del presidente del país: “No ha cumplido con los derechos humanitarios. No ha dicho ni una palabra a las personas que están en su territorio”.

Otros, en cambio, coincidieron en que “hay algunos que son del gobierno y nos ayudan, pero lo hacen de forma independiente. Decir que el gobernador está prestando atención sería una mentira”. La solidaridad de los habitantes de Turbo es digna de destacarse, según expresan varios jóvenes cubanos procedentes de Guyana: “El pueblo de Turbo nos ayuda; se han creado pequeñas fundaciones, además de las iglesias”.

Una de las refugiadas en el albergue de Turbo precisó: “Nos prohíben salir del área bien pequeña donde ya no cabemos, han comenzado a deportar a los que están en la calle, la situación se torna difícil pero todos seguimos resistiendo con el firme propósito de llegar a los Estados Unidos; de aquí solo salimos cuando tengamos una vía segura para seguir nuestro camino. Es necesario que el mundo sepa lo que estamos viviendo los cubanos”. Esta información fue corroborada a través de las declaraciones de uno de los líderes: “Sí, es cierto que no nos dejan salir de alrededor de 100 metros del albergue”.

No obstante, es oficial que dos ciudadanos cubanos fueron entregados a las autoridades migratorias ecuatorianas, según lo que establece el protocolo para la recepción de ciudadanos de terceros países deportados o expulsados, firmado recientemente, mediante el cual se han deportado en los últimos días 470 migrantes irregulares por Migración Colombia.

Por las redes sociales circulan múltiples mensajes, declaraciones y vídeos relacionados con el tema de Turbo, muchos de ellos matizados por el sensacionalismo y las intenciones de aparecer con un protagonismo para lograr ciertas acciones. No todo es cierto, y parte de lo que lo es se engrandece. No son tiempos para egocentrismos y llamar despiadadamente la atención, sino de proclamar la verdad ante el mundo.

A pesar de la determinación de las autoridades colombianas, la perspectiva de algunos migrantes acerca de posibles soluciones al conflicto es optimista. Algunos refieren que su esperanza está en seguir: “eso lo dará la lucha y el apoyo de todos los que puedan, no importa donde estén”.

Written by CubaNet

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