Este mes de junio se cumplen 57 años de la primera aventura militar en el exterior del régimen castrista: la expedición enviada a República Dominicana, en 1959, para combatir al dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Fidel Castro, que en 1947 había participado en la frustrada expedición antitrujillista de Cayo Confites, tenía cuentas que saldar con Trujillo. El dictador dominicano le había dado refugio a Batista tras su huida de Cuba, y previo cobro un cargamento de carabinas San Cristóbal que le debía, le dio su apoyo para derrocar al flamante gobierno revolucionario.
El por entonces comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, en un rocambolesco episodio, condujo a la captura en Trinidad de un avión cargado de armas enviado por el dictador dominicano para derrocar al régimen revolucionario. La operación fue dirigida por el Comandante en Jefe, que no podía perder aquella oportunidad de hacerse el machazo de la película.
Aunque yo era muy pequeño cuando ocurrió aquel episodio, recuerdo que por aquellos días mis hermanos y sus amiguitos, que aún estaban en primaria, cantaban “¿Qué quiere el Che Guevara? Llenarlo de balas. ¿Qué quiere Menoyo? Meterlo en el hoyo”.
Trujillo fue uno de los malos de la niñez de los de mi generación. Y no uno cualquiera.
Tirano sanguinario, reunía todos los requisitos de un villano, solo que resultaba estrafalariamente ridículo con su tricornio emplumado, su bigotico de mosca y los entorchados y medallas autoconferidas que le ganaron el mote de Chapitas.
Fidel Castro quería saldar su deuda con los antitrujillistas que lo habían ayudado en su lucha y dar rienda suelta a su mesianismo revolucionario.
A finales de 1958, Fidel Castro se había comprometido con el dominicano Enrique Jiménez Moya, que llevó un cargamento de armas de Venezuela a la Sierra Maestra, a preparar militarmente en Cuba a los hombres que combatirían contra Trujillo.
En febrero de 1959, los antitrujillistas comenzaron a ser entrenados por oficiales del ejército cubano, al frente de los cuales estaba el comandante Roberto Fajardo, en el campamento Mil Cumbres, en la Sierra de los Órganos, Pinar del Río. El comandante Delio Gómez Ochoa coordinaba la operación e informaba de su progreso a Fidel Castro en las reuniones secretas que sostenían en las oficinas de los altos del Club 21, en El Vedado.
Para la expedición se integró un contingente de 198 hombres. De ellos, 151 eran dominicanos, 27 de otras nacionalidades y 20 cubanos del Ejército Rebelde.
La veintena de cubanos, a los que ordenaron pelarse y afeitarse las barbas para participar en la expedición, provenían de la columna del comandante Camilo Cienfuegos.
Los expedicionarios viajarían a República Dominicana en tres grupos. Dos grupos irían por mar y el otro en un avión C-46.
Los barcos en que iban los dos grupos que debían desembarcar por Maimón y Estero Hondo, partieron de Punta Arena, al norte de Holguín, custodiados por tres fragatas de la Marina de Guerra cubana, en la tarde del 13 de junio de 1959.
En las fotos de la partida, los expedicionarios, con uniforme verde olivo, sonríen como si fueran de fiesta. Camilo Cienfuegos, que acudió a despedirlos, es el único que no ríe.
El C-46 en que fue el tercer grupo de expedicionarios, partió de Manzanillo la tarde del 14 de junio. A bordo iba Jiménez Moya, el jefe de la expedición, y el principal asesor cubano, el comandante Gómez Ochoa.
El avión no pudo aterrizar en San Juan de la Maguana, como estaba previsto y tuvo que hacerlo en Constanza, bajo las balas del ejército dominicano.
Los yates tardaron casi una semana en llegar a las costas dominicanas. Los desembarcos fueron desastrosos. El ejército y la aviación de Trujillo, que estaba sobre aviso, mataron a la mayoría de los expedicionarios. Los sobrevivientes fueron cazados en pocos días, en un terreno montañoso que desconocían.
De los 20 cubanos, sólo dos sobrevivieron, Delio Gómez Ochoa y Pablo Mirabal. En 1961, después de la muerte de Trujillo, fueron amnistiados y devueltos a Cuba.
Por entonces, era muy temprano para imaginar que a los cubanos nos esperaban varias guerras en el exterior y que la dictadura castrista duraría muchísimo más que la de Trujillo.
Publicado en CubaNet