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Café con aroma de peligro

“Aquí se dejó de anotar el personal, porque era una cantidad muy grande y no había solución “, asegura Juan Carlos. Fotos: del autor
“Aquí se dejó de anotar el personal, porque era una cantidad muy grande y no había solución “, asegura Juan Carlos. Fotos: del autor

Al igual que muchos otros pinareños, Julia Lobo se decidió a finales del año pasado a adquirir un módulo de cocina de in­ducción, de los 24 000 que se co­mercializaron en la provincia, con el propósito de estimular el ahorro de electricidad.

En la prensa los habían presentado, destacando el confort, la durabilidad y una eficiencia energética que podía superar en un 30 % a las hornillas de resistencia, y fue por esta última cualidad que Julia se motivó a hacer la inversión.

“La compré sobre todo para ahorrar corriente”, dice.

Siete meses después, sin embargo, el efecto de la nueva tecnología sigue siendo parcial para ella, debido a la rotura de la cafetera, in­cluida en el set de menaje.

“Desde el principio veía que no se acomodaba bien en el fondo. Me da­­ba miedo hasta ponerla, pero me dije: tengo que usarla a ver si es idea que yo me hago.

“Así lo hice varias veces, hasta que un día sentí la explosión. La parte de arriba cayó por un lado, y el fondo por otro.

“Mi hija fue enseguida y lo reportó, pero hasta ahora no hemos recibido respuesta”, ase­gura Julia.

De modo que para hacer el café cada mañana, no le ha quedado otra alternativa que volver a echarle mano a la vieja hornilla de resistencia, aquella que según los especialistas con­sume un 30 % más de electricidad.

HISTORIAS QUE SE REPITEN

No se trata de un caso aislado. A Elia Álvarez también le sucedió al­go parecido, y a Yosleivis Páez, y a Yuliet Ovalle, y a Rosa Ma­ría Igle­sias…

Jorge Luis Machín, administrador del mercado artesanal industrial (MAI) Hermanos Cruz, reconoce que de todo el módulo (incluye además hor­nilla de inducción, cazuela, ja­rro y sartén), la cafetera “es lo que más problemas ha tenido”.

Y añade que a pesar de que en la propiedad se le especifica al cliente que la garantía solo cubre a la hornilla, a su unidad ha acudido mu­cha gente inconforme con la decisión.

Así también lo ha constatado Ma­ría Victoria Morales, administradora del MAI El Incendio. “De lo único que se queja la población es de la cafetera”.

El problema va más allá de que muchas no funcionen. Reinaldo Sal­gado Borges, director del Pro­grama de Ahorro de Energía (PAE), en la Empresa de Servicios Téc­nicos, Per­sonales y del Hogar de Pinar del Río, advierte que la mayoría de las hornillas de inducción que se han recibido en sus talleres con el cristal partido (y por tanto inutilizables), “ha sido por culpa de la cafetera”.

“Según hemos notado, primero se les abolla el fondo, y si la persona no se da cuenta y la sigue usando, lo larga completamente y rom­pe también la hornilla.

“Desde que se inició el servicio de posgarantía, a principios de año, he­mos recibido 74 con el cristal dañado, en casi todos los casos motivado por la cafetera”, apunta Reinaldo.

Por su parte, Fidel Rodríguez, ad­ministrador del taller que atiende la posgarantía en el municipio de Pi­nar del Río, afirma que también es alta la cifra de quienes acuden con las cafeteras averiadas. “Como no tenemos ma­nera de arreglarlas, no llevamos las estadísticas, pero sí le puedo decir que vienen con mucha frecuencia”.

ASUNTO SIN SOLUCIÓN
Nelson Sánchez, director de productos no alimenticios, en la empresa municipal de Comercio de la ca­pital pinareña, reconoce que la cantidad de personas que refiere haber afrontado dificultades con la cafetera “es significativa, llamativa y preocupante”.

“Desde la primera distribución, a finales del 2015 (hace alrededor de dos meses se realizó una segunda venta de 11 960 módulos), en la me­dida en que los clientes se iban dando cuenta de que tenían problema, se las fuimos cambiando, descompletando otros módulos.

“Lo que sucede es que la venta es tan rápida que hay quienes llegan a su casa, ven que algo no funciona y cuando regresan al mercado, ya se acabaron.

Primero el fondo de las cafeteras se abulta, y si las personas no se dan cuenta, pueden explotar.
Primero el fondo de las cafeteras se abulta, y si las personas no se dan cuenta, pueden explotar.

“Ante esta realidad, y pensando en que este asunto tenga una solución, lo que hemos hecho es anotar el nombre y los datos de aquellos que acuden a nuestras unidades”, señala Nelson.

Por esa vía, hasta el momento han sido registrados cientos de ca­sos, pero la cifra total pudiera ser muy superior, teniendo en cuenta que ante la falta de respuesta, algunos sitios han optado por no seguir alargando las listas.

“Aquí se dejó de anotar el personal, porque era una cantidad muy gran­­de y no había solución para ellos”, alega Juan Carlos Ro­­drí­guez, almacenero del MAI La Amistad.

“Nosotros también teníamos una lista que se detuvo. Ahora no le po­dría decir por dónde quedó, pero era larga”, coincide José Al­fonso Pando, almacenero del MAI Sensación (ac­­tualmente en reparación, pero don­de también se vendieron módulos).

Incluso hay quienes tras el susto de ver explotar su cafetera, ni siquiera han acudido a registrarse.

“Yo no me anoté ni quiero saber de ellas, porque cogí miedo de que me vayan a hacer daño o me puedan romper la hornilla”, asevera Yos­­leivis Páez.

Nelson afirma que de manera sistemática, se han emitido partes al grupo empresarial de Comercio, aler­­tando sobre la situación, pero allí tampoco saben cómo enmendar el problema.

Armando Núñez, especialista prin­­cipal del grupo, explica que Pinar del Río no es el único territorio donde esto sucede. “El resto de las provincias donde se han distribuido los mó­dulos están igual que nosotros.

“Esto es algo que ya lo sabe nuestro ministerio, y estamos esperando respuesta”.
A más de siete meses de que su cafetera explotara dentro de la co-cina, Julia Lobo también continúa aguardando una respuesta que no acaba de llegar.

“Mi hija pasa a menudo por el mercado y le dicen que no hay re­posición.

“Creo que es algo que debería analizarse y darles una solución a todas las personas que pagamos por esto, y no lo hemos podido usar”, dice Julia con toda razón, pues si bien las cafeteras no figuran en la garantía, tampoco nadie les alerta a los clientes que muchas de ellas tienen defecto, y hasta pueden ser peligrosas.

Un detalle que hoy se traduce en malestar entre la población, decenas de cocinas rotas, sobregasto de electricidad (de todos aquellos que han tenido que volver a usar las hornillas de resistencia para hacer café) y sobre todo el desconocimiento de algo que debería ser sagrado: la protección al consumidor.

Tomado de Granma

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