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Cartománticas, adivinos y babalaos: ¿qué nos depara el destino?

Cartomántica con una cliente junto a la ceiba del Parque de la Fraternidad (Foto: Vicente Morín)
Cartomántica con una cliente junto a la ceiba del Parque de la Fraternidad (Foto: Vicente Morín)
Cartomántica con una cliente junto a la ceiba del Parque de la Fraternidad (Foto: Vicente Morín)
Cartomántica con una cliente junto a la ceiba del Parque de la Fraternidad (Foto: Vicente Morín)

Mantenerse junto a la verja circular de la emblemática ceiba del Parque de la Fraternidad Americana, en el corazón de la capital, constituye un reto para las cartománticas que “leen el destino” de los caminantes bajo el  acoso de inspectores estatales y policías.

“Me cargaron para la unidad de Zanja, pero aquí estoy de vuelta”, comenta una que no quiso dar su nombre, discutiendo con su competidora –también anónima– en el arte de leer los naipes. La otra responde: “Acaban de ponerme mil 500 pesos de multa sin razón, y no me muevo, no me van a rendir”.

Esta última espera por su esposo en busca de los papeles, la licencia para ejercer el oficio, reclamando la anulación de tan abultada penalidad.

El acoso induce a una disputa entre las cartománticas, derivada hacia la banalidad de su origen territorial, porque una es habanera y la otra oriental. Ambas, no obstante, son afectadas por las autoridades.

No faltan turistas ansiosos de conocer sus avatares futuros bajo la predicción de una cubana, o de disfrutar de un momento que se pueden llevar como suvenir de la memoria. Las cosas se complican cuando aparece el dinero convertible, equivalente a  dólares norteamericanos.

¿Cuánto me cobra usted por una consulta? “Para su persona, basta un peso convertible (CUC), señor”, responde a este reportero.

Actualmente, en vez de dos adivinas, hay tres mujeres más un hombre profetizando el destino de la gente que ronda la Ceiba, cuya historia se remonta a los tiempos del dictador Gerardo Machado, quien reverenciaba a los cultores del Palo de Monte, enterrando junto a las raíces del venerable árbol su Nganga o prenda sagrada, símbolo de poder imperecedero.

Ciertos comentarios en voz alta coinciden al decir que este lugar es mágico, la ceiba guarda una prenda de mucho poder. Aquí el espíritu fluye mejor que en otras partes.

Respecto al porqué de las multas, otra cartomántica explica: “Dicen que estamos fuera de La Habana Vieja, donde (único) vale la licencia, pero es casi lo mismo. Estamos en Cuba, ¿qué más da leer las cartas aquí o allá?”, concluye la vidente.

Las cartománticas aparecen reconocidas entre las “figuras costumbristas” bajo la administración de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Deben pagar 150 pesos cubanos mensuales, clasificados como cuota fija mínima en “régimen simplificado”,  según resolución del Ministerio de Finanzas y Precios.

La concurrencia junto a la Ceiba es notable, a veces en una hora se consultan hasta cuatro personas con cada una, aunque puede igualmente pasar otra hora sin cliente alguno. Llegan sobre las diez de la mañana, resisten los cambios del sol, buscando sombras propicias. Se van al caer la tarde.

Además, hay un babalao allí leyendo los caminos de Ifá con su collar Ekuele, sin inmutarse por la llegada de inspector, policía o periodista alguno. El sacerdote de la religión yoruba se encomienda a Orula, esperando no ser molestado por aquello de que la santería es respetada y los blasfemos sabrán qué les espera en el camino.

Publicado en Cubanet

Written by CubaNet

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