En un principio, los voceros del castrocomunismo afirmaron que los recortes del 50% en combustible sólo afectarían al sector público, sin embargo la realidad es otra. Los transportistas privados están sintiendo los efectos negativos de los recortes, al tener que adquirir la gasolina con sobreprecio de manera ilegal.
El mercado se mueve de distintas maneras, en ocasiones son los mismos choferes del transporte público quienes les venden el combustible, otra es la compra directa a civiles y militares que trafican con este material.
Aunque tradicionalmente, durante los meses de julio y agosto, han existido problemas con el transporte público, debido al período de receso escolar, en estos momentos la demanda de transporte se ha incrementado como consecuencia del recorte que ha obligado a otorgar vacaciones masivas a los trabajadores, así como ha aumentado el control sobre las rutas y horarios de los autos estatales, incluyendo a los vehículos de las redes de ómnibus urbanos.
“Las frecuencias de la mayoría de las rutas de guaguas están afectadas. Hay menos vehículos que hace un mes atrás, sobre todo en los horarios nocturnos”, informó un funcionario de la empresa de Ómnibus Urbanos de la capital.
“En las empresas hay un control, más riguroso que antes, de la hoja de ruta [planilla donde se describen y aprueban los itinerarios] contra las tarjetas de combustible [tarjeta magnética para el pago de los choferes estatales en las gasolineras, a las cuales se les asigna una cuota mensual]”, asegura Lester Domínguez, inspector del transporte en La Habana.

Osiel Márquez, dueño y chofer de un almendrón que usualmente cubre la ruta Habana-Víbora teme que pronto deberá abandonar el negocio:
“Por un tiempo o hasta que termine la crisis. Se ha vuelto más complicado conseguir el petróleo. He ido como a tres Cupet [gasolineras] y no he podido resolver hoy. Estoy trabajando con una reserva que tengo pero si mañana no consigo, este fin de semana tendré que parar”.
Los que han podido encontrar proveedores, se han enfrentado al aumento de los precios del petróleo, lo que ha conducido al alza del costo de las rutas habituales o la fragmentación de estas, en lo que se ha dado en llamar por algunos como “picotillo”, “por tramos”, “en picadero” o “desguace”.
Sobre este particular nos habla Yasselis Orta, chofer particular que cubre la ruta Reparto Eléctrico-Vedado:
“Antes, del Reparto al Vedado se cobraba 20 pesos [poco menos de un dólar], ahora igual pero sucede que ya no le decimos a la gente que vamos para el Vedado sino solo hasta Mantilla. En Mantilla recogemos solo hasta la Víbora, y en la Víbora hasta La Lechera o Esquina de Tejas, así hasta que el viaje sale en 30 o 40 pesos por persona”.

Para la ruta Habana-Guanabo, una de las más demandadas de la capital cubana en los meses de verano, se ha fijado desde hace poco tiempo el estándar de 2 dólares, mientras que en los horarios pico, de 4 a 8 de la noche, los precios se multiplican hasta diez veces la cifra. Una residente en Guanabo nos habla de su situación:
“He tenido que cambiar de trabajo debido al transporte. Antes era duro pagar un cuc [dólar], ahora es criminal. A ninguna hora se puede coger una 400 [número de la ruta de ómnibus que viaja de La Habana a Guanabo]. Yo trabajaba en una tienda en Centro Habana y tuve que ponerme a limpiar casas aquí en Guanabo porque se me iba el salario solo en máquinas y guaguas”.
La reducción del consumo de energía, para algunos, ha dejado al descubierto una vez más el modo en que verdaderamente funciona la economía cubana, desangrada y sustentada, paradójicamente, al mismo tiempo por el mercado negro y la corrupción asociada. Un funcionario del Ministerio de Economía que no desea ser identificado nos explica:
“Esto [el transporte] es un síntoma de cómo funciona el sistema y cómo se sustenta en lo mismo que se desea eliminar en los lineamientos. Se suponía idílicamente que no se afectara el sector privado y se ha demostrado que este se abastece del estatal”.
El experto señala que otra de las dificultades que enfrenta la adminitración castrista a puerta cerrada es el éxodo de sus directivos. “A la crisis del combustible se ha sumado otra muy silenciosa, de la que no se ha hablado, la del éxodo de los dirigentes y administrativos en las empresas estatales. Cientos de directivos, casi de manera masiva, recientemente han pedido la renuncia o han decidido quedarse en el exterior”.
Según el funcionario, estás deserciones ha llevado al gobierno a iniciar investigaciones, revelando grandes fuentes de corrupción dentro de los órganos del Estado.
“Hay alarma en el gobierno y se ha pedido investigar qué sucede. Por favor, es evidente lo que pasa. Si frenas el mercado negro y si te enfrentas a la corrupción, el sistema se desmorona. En nuestras reuniones no se habla de una crisis que terminará en diciembre ni en enero, se prevé que esta situación perdure al menos dos años, y eso es un tiempo demasiado largo y un cálculo demasiado conservador”.
Por el día, aceras repletas de personas esperando un auto que los transporte; por la noche, calles que por oscuras y vacías de vehículos comienzan a recordar aquellos tiempos que eufemísticamente los dirigentes cubanos denominaron como “período especial” pero que quienes lo padecieron lo recuerdan y temen como una verdadera temporada en los infiernos, así están las calles de la isla en estos días de “ahorro de combustible” que parecieran el preámbulo de una crisis muy grave.
Con información de: CubaNet