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El artista Abenamar Bauta Delgado se enfrenta al Grupo Gaviota por una obra

El artista Abenamar Bauta Delgado. (M. MATIENZO PUERTO)
El artista Abenamar Bauta Delgado. (M. MATIENZO PUERTO)
El artista Abenamar Bauta Delgado. (M. MATIENZO PUERTO)
El artista Abenamar Bauta Delgado. (M. MATIENZO PUERTO)

La Grupo militar de Turismo Gaviota S.A. se niega a devolver una obra al artista plástico Abenamar Bauta Delgado. La pieza llegó a las paredes del Jazz Café para ser promocionada, como las de muchos artistas en otros centros nocturnos, pero en este caso, inconsultamente, según el afectado, pasó a ser propiedad del establecimiento.

Bauta Delgado se ha propuesto recuperar su pieza a través de gestiones legales. Está convencido de que se han violado sus derechos y está dispuesto a llevar el asunto, si es preciso, a foros internacionales.

Sintiendo el jazz, dibujo a lápiz de pastel graso sobre cartulina negra, está registrada en el Centro Nacional de Derecho de Autor (CENDA) y en la Agencia de Autores Visuales (ADAVIS), afirma su autor.

El dibujo fue creado en 2007 y desde 2009 se expuso en los salones del Jazz Café, hasta que comenzaron los intentos de Bauta Delgado por recuperarla. Entonces, fue retirada por la directora del centro nocturno, Carmen R. Espinosa, quien le ha asegurado al artista que la obra se encuentra guardada en sus almacenes.

El Jazz Café y su propietario Gaviota alegan que la obra fue donada o cedida, pero Bauta Delgado dice lo contrario y asegura que no existe documento que pruebe tal cesión o donación.

“El Jazz Café ni me la encargó, ni me la pagó, ni nada en absoluto, como para que ahora aparezca un documento que diga lo contrario. Esa obra estaba allí solo para promoverme a mí como artista. Creo que no me quieren devolver la obra por una irregularidad contable. La pregunta es ¿quién convirtió mi obra en un activo de ellos?”, cuestiona Bauta Delgado.

Al cabo de siete años, el pintor descubrió que la obra había sido inventariada como un “útil” del centro nocturno desde el mismo año en que comenzó su promoción. Sus primeras gestiones han sido enviar cartas de reclamación a varias instituciones.

En primer lugar, a las oficinas donde se supone se salvaguarda su derecho de autor, CENDA y ADAVIS; simultáneamente, al Consejo Nacional de las artes Plásticas, al Ministerio de Cultura y al director de la Comisión de Cultura-Turismo de la UNEAC. Asimismo, al presidente y a la fiscalía militar del GAE (Grupo de Administración Empresarial), porque el Jazz Café pertenece a una corporación militar, y al Consejo de Estado, porque Bauta Delgado cree que “ellos son los más indicados para responder” ante la violación de sus derechos constitucionales.

Tras varios meses de correspondencia las respuestas han sido diversas y en no pocas ocasiones intimidantes: Llamadas amenazantes, pasadas las 10:30 de la noche, de un teniente coronel que no dice su nombre, pero que deja claro su rango militar con el tono en que pregunta; una secretaria de Gaviota que tampoco tiene nombre, para citar a una reunión sin orden del día; evasivas del Jazz Café y cartas de respuesta de Carlos M. Latuff Carmenate, presidente de Gaviota, firmadas por terceras y cuartas personas y escritas con estilo autoritario, donde se habla de documentos inexistentes —según Bauta Delgado— y se niega la devolución de la obra plástica.

“Ahora ya no es que hay un papel que dicen que yo firmé, ahora se justifican tras un recurso legal llamado usucapión o prescripción adquisitiva, que justifica que ellos se queden con lo que les dé la gana”, dice el artista.

Ni el Ministerio de Cultura, ni el Consejo de las Artes Plásticas, ni la UNEAC se han dado por enterados.

DIARIO DE CUBA acudió varias veces al Jazz Café para hablar con la directora, pero la respuesta siempre fue que no se encontraba en ese momento.

El caso de Bauta Delgado tiene un antecedentes. En 2011, la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical (ACDAM) de Holguín requirió a la Sociedad Mercantil Marina Gaviota S. A. el pago de derechos de autor “por la ejecución pública de obras musicales”.

La Sala de lo Económico del Tribunal Supremo Popular (boletín TSP, 2011, P 340) condenó a Gaviota a pagar 8.400 pesos y le prohibió “continuar ejecutando de manera pública, en cualquier modalidad, música de autores nacionales y extranjeros sin la debida licencia para el pago de derechos de autor musical”, según la sentencia 29 de 27/05/2011, a la que tuvo acceso DIARIO DE CUBA.

Los amigos de Abenamar, artistas igual que él, le aconsejan que deje la lucha por recuperar su obra porque eso es echar la pelea con “los militares”. Lo que demuestra no solo que en Cuba hay quienes están por encima de la ley, si no que la gente sabe y acepta como un hecho que los militares pueden estafar, intimidar y quedar impunes.

Diario de Cuba

Written by @diariodecuba

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