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¿Prensa libre o una jaula más ancha?

diaz-canel-La carta de periodistas de Santa Clara que circula en Internet (desconocida para los cubanos cuyas únicas fuentes de información son los medios oficiales) resulta alentadora para quienes abogamos por una prensa libre. Esa es, casi inevitablemente, la primera reacción ante la misiva que denuncia la censura impuesta a los periodistas de medios oficiales, y la persecución que sufren por colaborar o expresar opiniones en medios alternativos, y muestra su descontento con los salarios pagados por el Estado.

Es de aplaudir la valentía de estos profesionales al reclamar su derecho a elegir publicar en medios “que no representan ofensas a la dignidad plena del hombre y la mujer, ni significan una amenaza a la soberanía de nuestro país”. Quienes solo trabajamos para medios independientes también lo hacemos con absoluto respeto por la dignidad plena del hombre y la mujer; tampoco amenazamos la soberanía del país, siempre que se entienda que disentir del régimen no significa un ataque a la soberanía.

Tal disentimiento solo puede interpretarse como amenaza bajo un régimen totalitario. Pero más allá de nuestras ideas políticas y del rumbo que deseemos para nuestra sociedad, lo fundamental para nosotros es la verdad. Eso tenemos en común con los periodistas (serios) de cualquier medio, incluidos los oficiales. Y es la verdad, justamente, lo que constituye una amenaza para el régimen. Lo demuestra la censura revelada en la carta y la demora de los medios oficiales para informar sobre la crisis migratoria provocada por cubanos en Centroamérica y otros hechos, cuando los medios alternativos llevaban tiempo informando al respecto. El medio referido en la carta es OnCuba, pero no era el único.

De hecho, los periodistas independientes cubanos, mucho más perseguidos, amenazados y reprimidos, durante años, que quienes escriben la carta (soy una de las pocas excepciones…aún), son acusados de “mercenarios del imperio”, pero no de mentirosos. Adriana Zamora, colaboradora de DIARIO DE CUBA, no fue hostigada por policías por mentir, sino justamente por decir la verdad. A Manuel Guerra Pérez, editor del boletín El Cimarrón, de Mayabeque, no lo han detenido la policía y la Seguridad del Estado de esa provincia por mentiroso, sino para impedirle reflejar la verdad. De hecho, el oficial de Seguridad del Estado sugirió permitirle hacer el boletín si escribía noticias “suaves” e incluso falsas.

En la carta de los periodistas villaclareños se critica la permanencia de la censura en los medios oficiales, aún cuando el primer vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel aseguró recientemente que los medios “ya no tienen que aguardar por orientaciones de arriba”. Lo alarmante, más que la persistente censura, es que los medios recibieran orientaciones de “arriba”, y que solo sea posible prescindir de ellas, justamente por el permiso… de “arriba”.

Resulta audaz que cuestionen la contradicción entre el supuesto carácter contrarrevolucionario atribuido a OnCuba y el hecho de que publiquen en ella personalidades afiliadas a la UPEC, la UNEAC, la AHS y hasta el PCC, además del estatus legal de la página. Más audaz sería preguntarse qué es ser contrarrevolucionario, y por qué es preciso estar exonerado de ese adjetivo para ejercer el periodismo con libertad.

Sacudirse cualquier vestigio del calificativo, usado por el régimen cubano desde los inicios de la llamada Revolución para desacreditar a todo aquel que no fuera partidario del régimen implantado, funciona si el objetivo es disfrutar de cierta cuota de legitimidad otorgada por el poder. Pero solo contribuye a ensanchar un poco la jaula que encierra a la prensa cubana, y elude el debate profundo que demandan las libertades de expresión y de prensa en este país, subordinadas, desde la Constitución, a la construcción del socialismo (a lo que la elite política cubana llama socialismo). O sea, libertades negadas desde la propia Constitución.

Lo denunciado en esta carta, por periodistas de medios oficiales, demuestra que el régimen difícilmente pueda sobrevivir al ejercicio de un periodismo libre de cualquier restricción, subordinado solo a la verdad, y al que todo el pueblo de Cuba tenga acceso.

Publicado en Diario de Cuba

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