Durante la reciente reunión de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se manifestó la preocupación de los diputados por las dificultades que afrontan algunos de los gobiernos de izquierda en América Latina.
Según se informó, los diputados alertaron acerca de lo que consideran la “contraofensiva” de la derecha en la región, en especial en los casos de Venezuela y Brasil.
Esa misma preocupación fue expresada por la delegación cubana que asistió a la versión XXII del Foro de Sao Paulo, culminado hace pocos días en la capital de El Salvador. Dicha comitiva estuvo encabezada por José Ramón Balaguer, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Como se sabe, este Foro, fundado por Fidel Castro y Luis Inacio Lula da Silva, agrupa a partidos políticos y movimientos sociales que se oponen a las que ellos llaman despectivamente “políticas neoliberales”.
La prensa oficialista cubana no brindó mucha cobertura a la reunión durante los días en que ella sesionó, lo que pudiera interpretarse como una reacción ante el desaliento que se respiraba entre los participantes en esa cita. El mayor destaque estuvo a cargo del periódico Trabajadores en su edición del lunes 4 de julio, por medio del artículo “La izquierda frente a la agenda neoliberal”.
El referido artículo, que obviamente refleja el punto de vista oficialista sobre el acontecer regional, no tiene desperdicio. En primer término, y tras asegurar que no basta con ganar elecciones para ejercer el poder, expresa que “si un mérito indiscutible tiene la izquierda es que en un buen número de países le han ganado a la derecha comicios con las reglas establecidas por el formato burgués”.
No, señor. El mérito, en todo caso, es de ese “formato burgués” que permite a sus opositores acceder al gobierno de un modo civilizado si así lo deciden los electores. Todo lo contrario a las altisonantes declaraciones de Hugo Chávez cuando exclamaba que “esta revolución llegó para quedarse”, o “aquí jamás volverá el pasado”.
Por otra parte, los cubanos les recomiendan a esos gobiernos “progresistas” la realización de reformas al sistema político. Al respecto, el artículo de Trabajadores apunta que “al no realizar modificaciones estructurales y mantener el statu quo, los gobiernos populares favorecen de manera involuntaria el retorno de las fuerzas conservadoras”. Si dudas, la fórmula perfecta para establecer el sistema totalitario.
Y volviendo a los debates de la Asamblea Nacional, es comprensible que esos diputados se alarmen por la situación que atraviesan Venezuela y Brasil al considerar las estrechas relaciones económicas de la isla con esas naciones.
A propósito, causó extrañeza que el señor Marino Murillo expresara que el país enfrentará restricciones económicas en el segundo semestre debido, entre otras cosas, a la caída de los precios del petróleo. ¡Increíble! Un país importador, que debía brincar de alegría por su bajo precio en el mercado internacional, resulta que está afectado por esa situación.
De inmediato saltan a la palestra dos interrogantes. ¿Estará Cuba reexportando parte del petróleo que le envía Venezuela? No hay que olvidar que ya hizo algo similar en la década de los 80 cuando la época de la “tubería soviética”.
Y la otra pregunta: ¿Se trata de un reconocimiento tácito de nuestra condición de colonia económica de Venezuela, que nos lleva a temblar ante las dificultades que afronta la metrópoli?
