Los bares en La Boca, olvidaron ya lo que es recibir a algún extranjero. La crisis en Cuba es real, la situación en Mariel lo confirma. “La verdad es que entran muy pocos barcos, en estos momentos sólo hay uno. Una muestra de que el país está en crisis. El puerto es más propaganda que otra cosa” afirma Arsenio, trabajador de la fábrica de cemento.
El panorama es muy particular, clientas estrambóticas ojeando libros en los asientos traseros de los taxis colectivos, también es común ver mulatos corpulentos que encienden cigarrillos sin apagar el presente, ambos personajes comunes coinciden en un tema de conversación con el conductor y demás pasajeros:la penumbra económica que se acerca a la isla.
Acercarse al poblado de Mariel, que está a unos 55 kilómetros al oeste de La Habana da la sensación de pesadez con lentitud y hace creer que los minutos son horas.
Para el momento del éxodo masivo de 1980, Mariel formaba parte de los 19 municipios de la pasada provincia Habana. Actualmente, cuenta con unos 45 mil habitantes y es uno de los 11 municipios de Artemisa, que es una de las dos provincias declaradas a partir del 1 de enero de 2011 siendo la otra Mayabeque.
En Mariel se ubica la antigua fábrica de cemento El Morro, una anacrónica planta termoeléctrica con tecnología soviética inaugurada por Castro en 1978, una planta exportadora de azúcar crudo, un astillero y la Base Naval Occidental de la Marina de Guerra de Cuba.
En los callejones silentes de La Boca arde el asfalto y abundan los perros sin dueño que buscan refugio del calor en una pálida y triste parada de ómnibus. En la lejanía se pueden ver cuatro gruas verde olivo y un barca porta contenedores que está en proceso de descarga allí, justo en el publicitado Puerto del Mariel.
La obra estrella del gobierno de Raúl Castro,La Rada, costó 957 millones de dólares y fue construida por la empresa Odebrecht, actualmente involucrada en variopintos escándalos de corrupción en Brasil que han hecho temblar las bases del Partido de los Trabajadores y de la presidenta Dilma Rousseff.
Los vecinos de La Boca ven al puerto del Mariel como a un intruso, como ese extraño vecino que no conocen ni se deja conocer.
“Pa’llá no se puede pasar. Hay garitas en la entrada y dentro de la demarcación quienes mandan son los militares. Tengo una hija que trabajó ahí. Ganaba mil pesos de salario, pero los controles y la desconfianza le hicieron pedir la baja. El puerto es una zona prohibida, para ver de lejos”, expresa Pastor, vendedor de tamales a cinco pesos.
Mucho sabor, poca consistencia. A dos años y seis meses de la inauguración del Puerto del Mariel, la rada funciona a media máquina. Un trabajador del puerto asegura que en todo ese tiempo han atracado menos de cien barcos.
Con información de martinoticias.com.
