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“Raúl Castro no diferencia al pueblo de los animales”, dice cubano en TRD

"Raúl Castro no diferencia al pueblo de los animales", dice cubano en TRD
"Raúl Castro no diferencia al pueblo de los animales", dice cubano en TRD

“A quiénes se refiere el Gobierno cuando dice ‘el pueblo‘”, cuestionaba una señora que no pudo completar sus compras en la TRD Isla de Cuba, aturdida por el calor sofocante del establecimiento.

“Es inhumano trabajar y atender debidamente al público en esas condiciones. Es imposible permanecer allí dentro diez minutos sin sentir la sensación de asfixia”.

Como es de costumbre, funcionarios y medios de comunicación del régimen, exhortaron a los establecimientos que “aprovecharan” la ventilación ambiental como medida de “ahorro máximo”, pero como siempre, los sacrificios son para el pueblo.

La promesa del general Raúl Castro referente a que el pueblo no sería afectado por las medidas de ahorro energético “te obliga a preguntar si su concepto de ‘pueblo’ incluye a los seres humanos”, dice Iván Díaz, cliente habitual de la TRD Maravilla, en el Cerro.

“En locales que venden productos cárnicos el olor resulta repugnante; en peleterías y ferreterías el aire es casi tóxico por los vapores de caucho y plástico. La mayoría de estas tiendas no están diseñadas para recibir ventilación ni iluminación ambiental. Allí sufre el pueblo, tanto vendedores como clientes. Respirar en esos ambientes durante horas imagino que debe atentar contra la salud de la persona”.

Las regulaciones adoptadas para el ahorro, que se extienden a todo el sector estatal, tienen gran impacto en empresas de servicios como Correos de Cuba y redes comerciales del monopolio de las comunicaciones ETECSA.

“Los calores tienen a la gente malhumorada y, por supuesto, el maltrato al cliente se agrava”, comenta Olga Lidia Serrano.

“Cuarentaicinco minutos tardó una cajera en la oficina comercial de Águila y Barcelona para cobrarnos la factura de teléfono a tres personas. Sé que es difícil lidiar con el público, y más cuando estás sofocada dentro de un local y la única ventilación es un abanico improvisado. Eso es una afectación directa al pueblo, quiérase o no; yo me considero revolucionaria, pero el sol no puede taparse con un dedo”.

Ramón Travieso, jubilado y vecino de la barriada El Diezmero, recorre todos los meses el tramo desde su localidad hasta la oficina de correos ubicada en Infanta y San Lázaro, uno de los pocos correos capitalinos donde puede cobrar giros internacionales. Cree que la insistencia del Estado en que el pueblo no se afectaría por la crisis “es para ofenderse”, y pregunta dónde empiezan y dónde terminan los límites de ese “pueblo”.

“Para recibir el giro me tardé toda una mañana. Las empleadas del Correo no estaban de ánimo, se veían sofocadas y con muy mala cara por la falta de ventilación. Dentro del local apenas se puede respirar, si a eso le agregas que nuestro clima es húmedo… es cierto que no te maltratan de palabras, pero tardar casi 30 minutos en atender a cada usuario es maltratar a la población. De alguna manera las entiendo, porque esas no son condiciones de trabajo y ellas también son el pueblo”.

Del otro lado

En tiendas de la cadena TRD, oficinas de Correos y centros multiservicios de ETECSA, las restricciones como medidas de ahorro energético han convertido las condiciones de trabajo “en un calvario que por extensión perjudica al cliente”, opinaron trabajadoras que pidieron no ser identificadas.

Alina es secretaría del Partido, pero dice tener “los pies en la tierra”.

“El Estado nunca tiene ni asume culpa de nada. Dice que el pueblo no se afecta pero quien lo dice no tiene que enfrentar al público bajo estas condiciones. Nosotras también somos el pueblo. De qué sirve tener electricidad en la casa si las condiciones de trabajo son de animales”.

Laura, cajera de una oficina de correos, agrega que “además nunca se menciona a los responsables del derroche y de las restricciones que resultan como consecuencia. Por supuesto, ni las restricciones ni el calor llegan ‘al pueblo de arriba'”.

“Ahorrar sin afectar al pueblo, es lo más loco que he escuchado en mi vida”, afirma Dessire, operadora de ETECSA.

“Los únicos que llevamos ahorrando por más de 50 años somos nosotros, el pueblo; y los únicos que llevan 50 derrochando son ellos, el Gobierno. Como ninguno de ellos compra nada en las tiendas del pueblo, ni necesitan de estos servicios del pueblo, no pueden saber cómo el pueblo trabaja y compra en estas condiciones. Al pueblo, al de verdad, quién le explica en un mostrador o caja que no somos nosotros los responsables de que no podamos ofrecerles un mejor servicio”.

Con información de Diario de Cuba

 

Written by María Fernanda Muñóz

Periodista venezolana. ¿La mejor arma? Humanidad. Pasión se escribe con P de periodismo

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