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Río 2016: Más cubanos bajo otras banderas

Bredni Roque, Olimpiadas en Río de Janeiro, Brasil, México
El cubano Bredni Roque compitió por México en las olimpiadas de Río 2016 (Foto: dmhmagazine)
Bredni Roque, Olimpiadas en Río de Janeiro, Brasil, México
El cubano Bredni Roque compitió por México en las olimpiadas de Río 2016 (Foto: dmhmagazine)

Por: Leonardo Calvo Cárdenas. Una semana después de inaugurados los XXXI Juegos Olímpicos Rio de Janeiro 2016, la fiesta del deporte universal avanza pletórica de sorpresas, hazañas y decepciones. Despejando dudas e incertidumbres, el gran nadador norteamericano Michael Phelps incrementa su leyenda con cuatro nuevos títulos para llegar a veintidós, mientras su compatriota, la excepcional gimnasta Simone Biles, vuelve a encantar al planeta con toda su gracia y perfección.

A estas alturas, Estados Unidos y China parecen destinados a disputar una vez más el primer lugar y varios deportes colectivos del país sede resbalan y caen para poner en peligro sus aspiraciones de victoria. Los dos número uno del tenis mundial (el serbio Novac Djokovic y la norteamericana Serena Williams) se fueron de la competencia en la primera ronda. Aunque los juegos del equipo masculino de baloncesto de los Estados Unidos no encuentran espacio en las veinticuatro horas de trasmisión de los juegos, las estrellas de la NBA, sin hacer mucho caso a la polémica de si son o no Dream Team, vuelven a demostrar su maestría y superioridad.

Como señal de los nuevos tiempos, en esta primera semana Latinoamérica hace presencia en el medallero olímpico, pero esta vez no son encabezados por los representantes cubanos, quienes a mitad del camino olímpico solo han obtenido la medalla de plata que sacó del tatami la campeona olímpica de Londres 2012, Idalis Ortiz.

Las arenas olímpicas vuelven a demostrar a atletas y dirigentes cubanos cuánto se ha desarrollado el deporte mundial y que no bastan los deseos, la determinación y el coraje para brillar en el más encumbrado de los escenarios.

Las trasmisiones televisivas nos han permitido ver nuevamente al Dr. Antonio Castro moviéndose en los escenarios de competencia. El hijo del ex gobernante Fidel Castro, con el desenfado que le garantiza su estirpe sultánica, lo mismo aparece en los cónclaves beisboleros internacionales, arrasando con los premios en los nuevos campos de golf de la Isla, disfrutando las excelencias de hoteles de lujo en lejanos parajes o jugando al médico en los escenarios olímpicos.

Mientras aguardamos por que la delegación cubana se haga sentir en Río, con las esperanzas centradas en que nuevamente el boxeo salve la imagen del deporte cubano, en estos juegos hemos encontrado a más cubanos compitiendo bajo otras banderas.

Las trasmisiones televisivas nos han permitido volver a disfrutar los remates de Osmani Juantorena, otrora integrante del seleccionado nacional de voleibol, en representación de Italia. También hemos visto a Rafael Capote castigar una y otra vez las porterías contrarias como uno de los más ofensivos integrantes del multinacional conjunto de balonmano de Qatar.

El especialista en 110 metros con vallas, Orlando Ortega, primero sancionado por la soberbia hegemonista de las autoridades deportivas cubanas y luego nacionalizado español, resulta serio aspirante al podio de premiaciones después de dos temporadas registrando actuaciones descollantes.

Por las pistas de atletismo podremos ver a la interminable Libania Grenot en representación de Italia, o al vallista Yasmany Copello defendiendo los colores de Turquía.

De hecho varios de los cubanos que en estos juegos representan otros pabellones son serios aspirantes a medalla. Esta realidad es resultado del éxodo masivo de atletas y técnicos de los más variados deportes, lo cual en los últimos lustros se ha convertido en algo natural y cotidiano.

Los cientos de atletas cubanos de todas las edades y todos los deportes que se han diseminado por el mundo se marchan buscando las oportunidades de realización personal y profesional que merecen, pero sobre todo escapan de las muy difíciles condiciones de vida y trabajo y sobre todo del control hegemónico de las autoridades que cuarta las libertades y los intereses de los deportistas.

Es muy bueno apreciar cuántos atletas cubanos triunfan en los más altos escenarios competitivos. Incluso en la pasada Serie del Caribe de béisbol vimos a algunos jugadores cubanos, quienes tal vez nunca alcanzarían la selección nacional, registrar actuaciones relevantes contra el representativo de la Isla.

Los que amamos el deporte en Cuba deseamos la mejor de las suertes a los atletas cubanos que compiten en Río 2016, aunque lo hagan bajo otras banderas. Sin embargo, considero muy necesario y justo que las autoridades se dignen a renunciar a su tradicional hegemonismo para reconocer los éxitos de nuestros deportistas donde quiera que se encuentren.

Lo ideal sería que el alto liderazgo de La Habana se digne a abrir las puertas de Cuba y sus selecciones nacionales a todos los atletas radicados en el exterior para que puedan volver a representar a Cuba, libres de condicionamientos y manipulaciones.

Publicado originalmente en Cubanet 

Written by CubaNet

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