El país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Eso era Venezuela. Hoy en día, es toda una nación desesperada por “estirar” un salario que ya no da para más. La economía informal se ha apoderado del sistema, donde los productos que escasean, alcanzan en el mercado negro, hasta 10 veces su valor “justo”.
Arepas de auyama (calabaza) y remolacha, cáscaras de plátano que simulan ser carne mechada. Los venezolanos se las están ingeniando para mantener su dieta tradicional, deteriorada ante la severa escasez y el altísimo costo de vida.
Cada vez son más frecuentes en las redes sociales, los tutoriales para comer “en tiempos de crisis”. Unos jóvenes venezolanos presentaron ante el mundo la realidad venezolana en “Viviendo al mínimo”, un documental que narra durante una semana, la odisea de sólo alimentarse con salario mínimo, sin incluir gastos de servicios públicos, ni poseer carga familiar.
Detrás de esta realidad está además el azote de la inflación más alta del mundo, que el FMI proyecta en 720% para 2016, tras el 180,9% de 2015 (oficial).
El presidente Nicolás Maduro reconoce parcialmente el problema, pero lo atribuye a la caída del ingreso petrolero y a una “guerra económica” de empresarios para derrocarlo.
Maduro “light”
La crisis se manifiesta en la talla de los venezolanos. Aunque ha aumentado el consumo de carbohidratos y se ha reducido la compra de proteínas animales, son menor las porciones de comida, así como la frecuencia de estas.
Entre 2014 y 2015, la ingesta de pollo cayó de 80% a 69% y la de carne de 75% a 60% de las familias consultadas en la Encuesta Sobre Condiciones de Vida que realiza un grupo de universidades. Un 12,1% de los consultados hace dos o menos comidas al día.
De acuerdo al Observatorio Venezolano de la Salud el ciudadano promedio ha perdido de tres a cinco kilos de peso este año. A esto de manera “graciosa” llaman los venezolanos la dieta “Maduro light”, porque la crisis, ha hecho que millones de venezolanos, pierdan peso en medio del hambre.
