Para los cubanos que regresan a la isla después de un viaje al exterior o los quienes llegan al país desde Estados Unidos, pasar por la Aduana puede ser fácilmente una de sus peores pesadillas. Es titánico dejar el aeropuerto con el equipaje completo.
En la primera mitad del año, la Aduana General de la República de Cuba registró 4.878 casos de “infracciones de carácter comercial”. Entre ellas, 5.587 por viajeros y 1.291 en equipaje no acompañado, según información presentada por esa institución al parlamento cubano y que uno de los diputados compartió con Diario de Cuba.
Según las autoridades, realizan “infracciones de carácter comercial” todas aquellas personas que sobrepasen los imposibles límites para las importaciones definidas por la Aduana en el año 2014, procurando limitar “la entrada de mercancía de alta demanda en el mercado informal”.
A consecuencia de la implementación de esta normativa se decomisaron en los primeros seis meses del año en curso, 548.636 unidades, equivalentes a más de 244.000 kilogramos.
La Aduana persigue básicamente a los cubanos que visitan países que no solicitan visa, como Rusia, y anteriormente Ecuador, ya que los seleccionan para la compra de mercancía para su posterior venta en la isla.
“No es fácil. Nos acusan de hacer algo ilegal, de violar la ley, pero no se dan cuenta que la ley no sirve, intentan negar la realidad, porque lo que se trae de afuera es lo que el cubano compra”, señala Joel, quien trae mercancía rusa.
“Yo siempre trato de variar la mercancía para cumplir con las cantidades de la ley, pero eso es imposible. Hay dos opciones, que te decomisen, y otra gente termine disfrutando lo que compraste, o que, con tanta corrupción que hay en la Aduana, te encuentres uno que pida dinero y te deje pasar”, detalla Joel.
“O pagas o decomiso”
Antes de atravesar las puertas de salida, resulta casi obligatorio sufrir los abusos de los aduaneros, que más que hacer respetar las leyes cubanas, de por sí arbitrarias, intentan sacar tajada. “O pagas o decomiso”, dicen los uniformados sin ningún tapujo.
Alina llegó a Cuba desde Miami a finales del mes de julio. Por primera vez en diez años la acompañaban sus dos hijos y el esposo para reunir a la familia completa. Pero antes del encuentro tuvo su dosis de mal momento.
“Ellos lo tienen todo pensado. Te retienen el equipaje, aunque saben que todo está bien; se demoran revisando los documentos. Saben que uno está desesperado por llegar y ver a la familia. Cuando te tienen bien estresado, te chantajean: ‘No te preocupes, que si me das algo te ayudo’. Puede ser lo mismo dinero que algo de lo que traes”, relata Alina.
Si bien la mayoría prefiere pagar para evitar problemas, algunos se niegan a formar parte de este sistema que deja tanto que desear. Ese es el caso de Chucha. Con décadas viviendo en EEUU, ya conoce a detalle el modo de operar de los agente aduaneros.
“Mira, yo me sé bien el libro ese de la Aduana para que esos abusadores no quieran hacerme un cuento. Pero claro, lo que no pierdo de dinero lo pierdo en tiempo, hasta que desisten. Ah, esto es con los cubanoamericanos, porque con los que vienen de turistas no se atreven”, finaliza.
Con información de diariodecuba.com.
