La campaña por el indulto de Ana Belén Montes asegura una antorcha más exaltada que el movimiento precedente: es mujer, ni siquiera nació en Cuba, y resultó una excelente espía.
Sus colegas conocidos como los Cinco, espiaron organizaciones de naturaleza cubanoamericanas de La Florida; ella, la especialista principal, la gran sibila de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), pasaba por la Casa Blanca como pez en el agua. No hay casa alguna en la que se hable de su prisión de treinta años. Ningún medio cubano oficialista le ha dedicado unas líneas.
“A finales del año pasado en Cuba se creó un comité de solidaridad con ella”, expone Julián Gutiérrez Alonso, coordinador de la Red de Universidades en Solidaridad con los Cinco, “y me pidieron que participara. Así creamos lo que se llama ‘Cuba por Ana Belén Montes’. No lo catalogamos como grupo ni como movimiento; solo somos personas que necesitamos hablar del caso, darlo a conocer”.
“Este caso no tiene nada que ver con el de los Cinco; es muy diferente”, aclara Julián. “En primera, los Cinco eran cubanos; en segunda, ellos se infiltraron en grupos que no ostentaban la representación del Gobierno de EEUU. El caso de Montes es diferente: ella sí estaba dentro del Gobierno, e informó sobre acciones que iban a emprender contra Cuba. Ella es norteamericana de origen puertorriqueño. Y esas son diferencias esenciales. En su familia hay miembros del FBI, su padre era un médico militar; su familia, en general, la considera una traidora. Por eso ella no quiere que haya un movimiento amplio: quiere proteger a su familia”.
Todo ocurre en la pequeña escuela de un pueblo rural. El hecho, sin embargo, ha congregado a grupos de cualquier parte de la Isla. Se creyó que hablarían de otra cosa. De pronto, la campaña comenzó.
“Yo soy amiga de René González”, habla una profesora universitaria jubilada. “Él me envió un correo para pedirme que entrara a un sitio en internet y firmara una petición por la libertad de Ana Belén Montes. A partir de ahí me interesé en ella. Por iniciativa propia, sin que nadie me lo dijera, llegué a mi cátedra [del Adulto Mayor] y les dije que quería crear un comité de solidaridad con Ana Belén Montes, expliqué quién era y por qué teníamos que luchar. Empezamos en enero”.
Olania Rodríguez Peña coordinó el tercer grupo de solidaridad creado en Cuba.
“Había uno en La Habana y otro en Holguín”, recuerda. “Todos participamos en la carta internacional que se envió a Obama. La firmamos como Comité de Solidaridad con Ana Belén Montes”.
“Según su prima, Ana ha pedido que no se haga lo mismo que con los Cinco”, Olania en sintonía con Julián; esta parece la posición común, oficiosa.
“Ella teme por su familia en Miami”, explica Olania. “Eso ha impedido una gran publicidad para el caso. Nosotros suponemos que Cuba está haciendo algo para su excarcelación. Mientras, la sociedad civil sí está actuando”.
“Cuba por Ana Belén Montes” podría resultar el antecedente de una campaña de grandes dimensiones, acaso otra empresa de avivamiento político nacional. Su discurso depende de tópicos muy contemporáneos: la idea de sociedad civil —gente que se organiza y obra por su cuenta—, e incluso los rumbos conciliatorios de las relaciones entre Cuba y EEUU. Con esas perspectivas, la naciente cruzada cuenta ya a más de 8.000 personas suscritas a una laboriosa distribución de información dirigida por la Red de Universidades….
“Si se comparan las palabras de Ana Belén con lo que ha dicho Obama”, razona Julián Gutiérrez, “cualquiera advertiría que están hablando de la misma manera. En ese sentido, ella cooperó para que las relaciones entre la Isla y su vecino entraran en una nueva etapa. ¿Qué ha dicho Obama? Que vino a Cuba a terminar la Guerra Fría. Y eso es lo que hizo Ana Montes también”.
Entre argumentos un poco complejos, medida prudencia y estrategias discursivas, transcurre el prólogo de la campaña que podría cubrir en breve, según las ambiciones políticas, el escenario mediático de toda la Isla.
Con información diariodecuba.com.
