A Seis meses desde que Raúl Castro dictara la guerra contra el virus del zika, la campaña nacional de aplicación de insecticidas, seguimiento de síntomas y aplicación de cuarentenas parece estar teniendo sus frutos, pero su éxito está directamente relacionado con la falta de libertades en Cuba y la omnipresente vigilancia del régimen sobre los ciudadanos.
La isla es uno de los pocos países de América que hasta el momento han logrado esquivar de un brote masivo del zika, capaz de generar defectos congénitos en bebés. Sólo tres ciudadanos han contraído el zika dentro de Cuba. Mientras que otras 30 han sido diagnosticadas con el virus, pero se han contagiado en tierras foráneas, según informes de las autoridades locales, reporta la AP.
Investigadores estadounidenses visitaran La Habana en el mes de noviembre para una conferencia de dos días de duración sobre padecimientos contagiosos como el zika, en el primer evento de su clase desde que ambos países restablecieron relaciones en el 2015. Los científicos norteamericanos afirman estar ansiosos por aprender más e integrar a Cuba en los programas internacionales luego de medio siglo en que hubo escasa interacción profesional entre las dos naciones.
Hasta el momento se han registrado unos 40 casos de zika causados por picaduras de mosquitos en Florida. Las autoridades sanitarias esperan un brote generalizado en el territorio continental estadounidense, pero han ocurrido miles de casos en Puerto Rico y hay numerosos brotes en países como Brasil y Venezuela.
Expertos internacionales en el sistema cubano afirman que la Isla puede servir de modelo para otros países con su “campaña preventiva”, en que la población de mosquitos quedó prácticamente reducida a su mínima existencia gracias a la aplicación de insecticida en cada vecindario.
“La respuesta que ha dado Cuba es muy contundente, muy efectiva, que tiene que ver con (…) esta capacidad de organizar a la población, esta capacidad de la población de entender”, dijo el doctor Cristian Morales, representante del Gobierno cubano ante la Organización Mundial de la Salud.
No obstante, hay factores que apoyaron el éxito de la campaña contra el zika en Cuba que simplemente no funcionarían de igual forma en otros países porque son propios al sistema de gobierno que tiene la Isla.
La mayoría de las actividades en la isla están controladas y centralizadas por un régimen unipartidista que vigila detalladamente la vida de los ciudadanos. Desde los médicos de vecindarios pasando por reporteros y hasta llegar a los vigilantes de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), en el que la mayoría de la población cubana labora para un amplio y absorbente aparato estatal cuyos integrantes reportan en una instancia última y superior a Raúl Castro.
En el febrero, mientras cundía el zika por Sudamérica, Castro declaró que desplegaría el ejército para rociar viviendas y oficinas ante la falla de las fumigaciones civiles, que eran rechazadas por los vecinos.
“Nuestro pueblo sabrá demostrar la capacidad de organización para mantener los niveles de salud alcanzados por la Revolución y evitar así sufrimientos a nuestras familias. Como nunca antes en tareas similares se impone ser más disciplinados y exigentes”, según texto del general.
De manera inmediata, en las semanas siguientes, los caseríos y ciudades de Cuba se colmaron de soldados uniformados que iban de casa en casa con equipos de fumigación portátiles, o bien desde camiones dispersaban la sustancia para dejar las calles libres de mosquitos.
El régimen cubano tiene todo tipo de funcionarios —desde agentes destinados a trabajar en el campo de inmigración hasta médicos de vecindario— vigilando cualquier muestra del zika, en especial los miles de doctores, enfermeras y asistentes que trabajan en el exterior y que le remiten al Estado cubano miles de millones de dólares en divisas extranjeras.
“Se le dice al médico de la familia: ‘En tu comunidad hay 10 personas que salieron a Jamaica, dos son médicos, tres son enfermeras y los otros seis restantes o cinco restantes son cuentapropistas, turistas, lo que sea’ y él tiene que mantener esas personas bajo vigilancia, ir a sus casas, llamarlos”, describió el profesor Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri, en La Habana.
Aquellos que omiten las órdenes de eliminar las aguas estancadas y la basura, o quienes se resisten a las inspecciones o a fumigaciones, son multados.
Con información de Agencias.
