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Cuba, lo mismo da mediodía que madrugada porque es un país de vacaciones

Se acabaron las vacaciones de verano y los niños vuelven a la escuela a prepararse para el fututo, estudiar y jurar ser como el Che día tras día.

Cuba, lo mismo da mediodía que madrugada porque es un país de vacaciones
Cuba, lo mismo da mediodía que madrugada porque es un país de vacaciones | flickr
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Cuba, lo mismo da mediodía que madrugada porque es un país de vacaciones

Se acabaron las vacaciones de verano y los niños vuelven a la escuela a prepararse para el fututo, estudiar y jurar ser como el Che día tras día.

Los padres –que aun trabajen– se incorporan a los centros laborales y las playas empiezan a vaciarse de cubanos para recibir a noruegos, daneses, europeos dispersos que ahora disfrutan de un vacío mar Caribe, aun ardiente, repleto de pisadas, huellas, sobras de nuestras vacaciones criollas.

Las calles de La Habana no parecen haberse enterado de que el verano terminó, aquí sigue el mismo calor y la misma letanía de resolver asuntos medulares para nuestra supervivencia. Las tiendas ya están abarrotadas a las diez de la mañana, la Esquina Caliente se activa con gritos y opiniones sobre el deporte en pleno Parque Central, el perenne juego de dominó en pleno Centro Habana te recuerda que ya no hay horarios porque este pueblo vive de remesas familiares, de alquilar a los turistas, y en general, del sector privado.

Los músicos callejeros cantan desde el amanecer hasta bien entrada la madrugada en las calles de La Habana Vieja intentando atrapar la atención de los turistas, el reggaetón de los vecinos invade tus oídos, la fiesta perenne, la conga importada de Oriente y la eterna gozadera te sorprende en todas partes, entonces te preguntas: ¿Qué día es hoy? ¿Qué se celebra?¿Hay aun algo que celebrar?

Sobre las ruinas un trompetista ensaya ciertas melodías melancólicas y es entonces cuando La Habana se acurruca para hacer un poco de silencio, pero solo de tres a cinco de la mañana, hora en que las guaguas y los viejos almendrones comienzan su revolú.

Havana

Muchos cubanos duermen la mañana.

Los pregoneros no salen hasta eso de las diez.

Las empresas que prestan servicio a la población reciben de 11 a 2 p.m., esto no es oficialmente así, pero si vas antes o después, no encontrarás quién te ponga un cuño o te estampe una firma.

La gente que en Cuba está vinculada al estado hace como que trabaja y el estado hace como que le paga, pero aquí tanto el estado como el pueblo sabe que con 20 o 30 pesos convertibles no se puede sobrevivir y eso es lo que gana –al cambio en CUC– un obrero al mes.

A los cubanos les da lo mismo un lunes que un viernes. Nos reunimos cualquier día y cualquier hora es buena para celebrar un cumpleaños. Las bodas ocurren también entre semana y en horarios laborables, los velorios terminan en largas jornadas de dilatados e infinitos recuentos. Las visitas al médico se llevan todo un día de colas y persecuciones de especialistas, aparatos para exámenes, medicamentos y reactivos casi siempre en falta.

Aquí nada empieza y nada acaba. No hay Navidad, ni días de crucero, ni Semana Santa. Los rituales han dejado de existir. Los cubanos sobrevivimos gracias a algo que raramente es nuestro trabajo habitual, tal vez por eso nosotros vivimos en unas eternas vacaciones.

Escritora. Reside en La Habana.

Publicado en El Nuevo Herald

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