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¡IMPERDIBLE! La espía que amó a Fidel Castro revela detalles íntimos

Estaba subyugada. ¡Fidel desprendía una fuerza seductora enorme!

Foto de Marita Lorenz y Fidel Castro en la portada del libro "Yo fui la espía que amó al comandante", ediciones Península / Foto: Archivo
Foto de Marita Lorenz y Fidel Castro en la portada del libro "Yo fui la espía que amó al comandante", ediciones Península / Foto: Archivo
Foto de Marita Lorenz y Fidel Castro en la portada del libro “Yo fui la espía que amó al comandante”, ediciones Península / Foto: Archivo

Tal parece que “el comandante” no daba las mismas batallas en la cama que en su vida como revolucionario, o al menos eso es lo que cuenta la ex espía y amante de Fidel Castro, Marita Lorenz.

Hija de un capitán de barco, a los 20 años conoció a Fidel y fue el primer hombre que le dio un beso. Después de enseñarle la embarcación, el dirigente le preguntó dónde estaba su camarote y, una vez en él, la empujó al interior y la besó. Pero Lorenz no se sintió intimidada

Estaba subyugada. ¡Fidel desprendía una fuerza seductora enorme!

Lorenz ofreció una entrevista al seminario francés paris-Match, en la que revela detalles de todo tipo de la relación que mantuvo con el revolucionario en 1959, antes de unirse a las filas anticastristas.

Sostiene, casi seis décadas después, que Fidel Castro ha sido el gran amor de su vida, a pesar de asegurar que no era un buen amante.

Era más interesante durante las caricias que durante el acto sexual propiamente dicho. Pero los dictadores son todos así

La espía, quien también estuvo relacionada con el dictador venezolano Marcos pérez Jiménez, alega que el impetud dictatorial es más de boca que de acciones.

Fidel era un narcisista. Le encantaba mirarse al espejo mientras se acariciaba la barba. Le faltaba confianza en sí mismo o, mejor dicho, necesitaba ser adulado y mimado, como un niño pequeño

Lorenz vivió en la suite 2.408 del hotel Hilton de La Habana (donde también residían Fidel, Raúl y Ernesto Che Guevara) entre marzo y noviembre de 1959, cuando Castro aún no había roto con EE UU ni se había unido a la URSS.

La amante de Castro era consciente de que la relación no acabaría en boda. “Estoy casado con Cuba”, le decía.

Sin embargo, se quedó pronto embarazada, aunque su hijo le fue supuestamente arrebatado y lo conoció en 1981: “lo vi cuando visité a Fidel por última vez, tras 20 años de separación”, asegura.

Me dijeron que había sufrido un aborto, pero el ginecólogo de Nueva York me habló de un parto provocado. Lo del aborto era falso. El embarazo estaba casi a término y mi hijo nació cuando yo estaba en coma en Cuba. Es un chico. Creció allí y se llama Andrés Vázquez

Fue durante su embarazo cuando entró en contacto con la CIA de manera indirecta, a través de Frank Sturgis, un americano que se le presentó como aliado de Fidel, pero que en realidad lo era de Batista y defendía los intereses de la mafia en los casinos cubanos.

Me decía que podía ayudarme y, a cambio, me pedía muchísimas cosas. Para deshacerme de él, terminé por darle documentos que Fidel tiraba a la papelera y que, a mi juicio, no tenían interés alguno. Pero eso parecía satisfacerlo

En octubre de 1959, tras un intento de envenenamiento dio a luz a su hijo y, tras unos meses hospitalizada en EE UU, regresó a la Isla a finales del mismo año, ya convertida en espía. Durante su convalecencia, se unió al anticastrismo motivada por sus conversaciones con el FBI, que supuestamente le pidió que asesinara a Castro en 1961. “Oh, mi pequeña alemana”, la saludó Fidel, que sabía que iba a matarlo. “Me tendió su pistola y yo la empuñé. Entonces, mirándome a los ojos, me dijo: ‘Nadie puede matarme’. Tenía razón. Solté el arma y me sentí liberada”.

A pesar de no cubrir las expectativas -“Me explicaron que, si lo hubiese matado, no habrían tenido que poner en marcha la operación de Bahía de Cochinos”-, Lorenz siguió ligada durante años al espionaje: “Llegué a conocer en Miami, en una reunión de anticastristas, a Lee Harvey Oswald, que estuvo implicado en el asesinato de Kennedy. Pero no fue el único, estoy segura de que había otra persona. A mi juicio hubo uncomplot para matar al presidente”, considera.

A sus 76 años, la exespía vive en Queens (Nueva York) en un semisótano y desea volver a Alemania para reunirse con su hijo Mark, fruto de su relación con el dictador venezolano Pérez Jiménez. “Él tiene un trabajo allí, porque va a dirigir un museo consagrado a los servicios secretos”.

Con información de 14yMedio

Written by John Márquez

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