Salchichas vienesas y otras ficciones del escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez traslada al lector al mundo de lo absurdo y del humor acompañado de una selección de relatos que vuelven a ver la luz después de 30 años, pero cuya vigencia y crítica social no ha perdido aplicación.
Rodríguez nacido en Ciego de Ávila, Cuba, 1956, presentó el pasado martes en Madrid una recopilación de relatos cortos, que escribió en las décadas de los ochenta y los noventa, cuando aún vivía en la isla, desde el año 1999 vive en Estados Unidos, luego de pasar por Costa Rica y Colombia.
Salchichas vienesas lleva al lector a un mundo donde todo es posible, por muy raro que sea de imaginar, desde una máquina de escribir que devora a escritores ante el ojo fascinado del público, a una ciudad en la que los sentimientos se venden en lata o un insólito teléfono que da mucho que hablar.
Cada uno de los relatos “están unidos por la fantasía, por el humor, con una tendencia al humor negro, por el absurdo, por la crítica social”, asegura Rodríguez.
A pesar de que algunas fueron publicados hace ya treinta años —otros son de la misma época pero inéditos— el también periodista asegura que “los problemas a los que aluden siguen teniendo de bastante vigencia”.
Bien se dice que cuando un autor se lee a si mismo en obras pasadas, está leyendo a otra persona, ya que su visión y forma de referirse al mundo cambia, por lo cual el escritor asegura que fácilmente diría que “los había escrito otra persona”.
“Obviamente hoy no los escribiría así y no sé, ni siquiera, si los escribiría, porque son cuentos que responden a circunstancias, a emociones a experiencias de una etapa de mi vida”, pero esa lectura sí le dejó “complacido desde el punto de vista del estilo, de la narrativa, porque si me hubiesen sonrojado, ahí sí que no los publicaba”.
Y es que estos cuentos responden a una circunstancia que no ha cambiado en nada desde que la dejó, “fueron escritos en una sociedad llena de absurdos, muy represiva y algo de eso se transmite en ellos”, aunque la intención de Rodríguez era imprimirles “una vocación universal”.
Por tal razón entre sus páginas se pueden encontrar “problemas relacionados con la incomunicación, con la cosificación de las relaciones humanas, con los sentimientos enlatados, que son problemáticas que pueden estar en cualquier parte del mundo”.
Salchichas vienesas y otras ficciones busca ser “de alguna manera, un espejo de la sociedad contemporánea” en la que el lector pueda ver a su vecino, a sí mismo, a su país, mirando “críticamente la realidad, pero también —recalca— con cierta compasión y buscando el lado humano a los personajes”.
Rodríguez se mostró “escéptico” sobre la situación en la Isla. “El verbo cambiar todavía no se ha conjugado en serio en Cuba y no veo que los gobernantes tengan intenciones de conjugarlo como dios manda”.
Finalmente aseguró que su país “quedó detenido en el tiempo, en un tiempo de los Castros”, por lo que le interesa más lo que esté próximo a pasar en su “país de adopción” Estados Unidos, donde puede votar, donde resalta “el mundo se mueve”.
Con información de Agencias.
