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El tema raza, entre la demagogia y el cinismo

Barack Obama y los cubanos de la raza negra
Barack Obama y los cubanos de la raza negra
Cuba tiene 11,2 millones de habitantes, de los cuales 9,3 por ciento es de piel negra y 26,6 por ciento mestiza, según el último censo de 2012. Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Cuba tiene 11,2 millones de habitantes, de los cuales 9,3 por ciento es de piel negra y 26,6 por ciento mestiza, según el último censo de 2012.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

La demagogia y el cinismo fueron a Ginebra un día y —oh, sorpresa— los medios informativos nacionales hicieron un pequeño alto en el persistente reporte de la histérica y desesperada pataleta de las autoridades cubanas a causa del programa de becas para jóvenes cubanos de World Learning para dar cuenta de que los diplomáticos cubanos se rasgaron las vestiduras en la reciente sesión del Consejo de Derechos Humanos, con sede en la ciudad suiza, para reafirmar un supuesto compromiso con la lucha global contra el racismo, la discriminación y la xenofobia.

Los representantes cubanos, especialistas en decir lo que los demás necesitan escuchar, denunciaron que en muchos países se mantienen el desprecio y los maltratos a las minorías, los diferentes y los refugiados o inmigrantes que buscan seguridad y mejores horizontes de vida y muchas veces son víctimas de discriminación e injustas expulsiones.

Tan vehemente compromiso verbal se distancia de la ejecutoria real de un gobierno cuyo comportamiento histórico y cotidiano reafirma una vocación discriminatoria y excluyente que viola sistemáticamente los derechos y la dignidad de los individuos a los que trata invariablemente con intolerancia o paternalismo.

A pesar del discurso aparentemente defensor de la justicia y la igualdad los gobernantes cubanos solo reafirman los patrones hegemónicos y supremacistas que han impuesto en Cuba el desprecio y la discriminación de los afrodescendientes y otros sectores por siempre maltratados en nuestra sociedad.

En lugar de darse golpes de pecho y acusar a otros, las autoridades cubanas tendrían que responder positivamente a las muchas recomendaciones que le hizo en la primavera de 2011 el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial CERD sobre las carencias y retrasos que acumula Cuba en materia de igualdad racial y garantías contra toda forma de discriminación.

Un lustro después de aquella sesión todavía no se promueven leyes punitivas y mecanismos preventivos contra los actos discriminatorios, todavía no se introduce la historia y tradiciones afrodescendientes en los programas de estudio o las valoraciones y simbologías culturales, todavía no se caracteriza a la motivación racista en la ventilación de acusaciones judiciales, todavía no se incluye la variante racial en los patrones estadísticos, todavía no se impulsan la creación y el respaldo a instituciones independientes que promuevan y defiendan los derechos de los afrodescendientes.

Lo único que ha hecho el gobierno cubano es recrudecer la represión contra las plataformas  independientes que de manera pacífica promueven la igualdad racial en Cuba. En contraste vemos que avanzando el siglo XXI cualquier persona con alguna cuota de poder puede ejercer una acción discriminatoria con la seguridad de que esto no genera consecuencias en el ámbito jurídico ni en la percepción público-moral

El diseño parece claro: si los diplomáticos cubanos se muestran en Ginebra tan comprometidos y preocupados por la justicia y la igualdad en el planeta, resulta difícil imaginar que en Cuba los afrodescendientes no contamos con voz ni espacios propios para defender derechos ni intereses, nadie podría imaginar que en Cuba los afrodescendientes somos víctimas inermes de la desigualdad, la exclusión y la represión sin contar con mecanismos efectivos para enfrentar tales injusticias.

Mientras abogan por los derechos ajenos los jerarcas de La Habana han llevado a muchos miles de jóvenes negros y mestizos a las prisiones condenados bajo la aberración jurídica del llamado “índice de peligrosidad predelictiva”, con la cual a través de la convicción moral y nulas garantías procesales son privados de libertad ciudadanos sin haber cometido delito.

No resulta creíble la sensibilidad de las autoridades de La Habana con las víctimas de la xenofobia porque viola sistemáticamente los derechos constitucionales de los ciudadanos a los que por criterios arbitrarios considera ilegales en su propio país, muchos de los cuales son víctimas de la deportación interna, política que además estimula el regionalismo y las divisiones entre los cubanos.

Los afrodescendientes cubanos siguen siendo considerable mayoría en las villamiserias, en la población carcelaria y como victimas cotidianas del acoso y la arbitrariedad policial en nuestras calles. Los cubanos negros y mestizos, con independencia de su capacidad profesional o laboral, son prácticamente invisibles en los enclaves más promisorios de la economía emergente, siempre controlada por el Estado.

El diseño económico del gobierno cubano también resulta discriminatorio y excluyente con sus ciudadanos. La ley de inversión extranjera reafirma el claro propósito de negar a los cubanos sus más elementales derechos económicos. Esta ley impide que los nativos seamos empresarios y nos convierte en objeto de la contratación indirecta al servicio de los inversionistas foráneos.

Las medidas económicas de limitada apertura profundizan la desigualdad y la fractura social en medio de un ambiente de falta de horizontes y expectativas de libertad y prosperidad que ha convertido a Cuba en un país de emigrantes. Por cierto, en contraste con su defensa de los discriminados foráneos los gobernantes de la Isla exigen la derogación de la ley que en Estados Unidos respalda jurídica y materialmente a los exiliados cubanos.

Los jerarcas de La Habana, con la misma tranquilidad se comprometen en Ginebra contra el racismo y la discriminación a la vez que golpean a decenas de activistas pacíficos cada semana en cualquiera de nuestras ciudades. Tanta demagogia y tanto cinismo podrán ir y regresar de la ordenada ciudad suiza, pero no logrará cubrir eterna mente la naturaleza criminal de un régimen que solo conserva su poder  a través de la mentira, la represión y el terrorismo de Estado.

Por: Leonardo Calvo Cárdenas/ Publicado originalmente en Cubanet 

Written by CubaNet

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