Mientras el camino de Donald Trump a la Casa Blanca se tornaba cada vez más complicado, Hillary Clinton avanzó con paso firme en estados donde los demócratas no han logrado la victoria en décadas, en vista a esto, Trump procuraba centrar la atención en las nuevas acusaciones sobre la investigación del correo electrónico de su contrincante.
La campaña de Clinton aplicó nuevas acciones para ampliar su ventaja y ayudar a su partido a recuperar el control del Congreso.
Uno de esos esfuerzos era un proyecto de dos millones de dólares en Arizona, según datos de los miembros de la campaña, que integra un acto en Phoenix de la primera dama, Michelle Obama, una de las defensoras más representativas de Clinton. Otro millón de dólares se destinará a Missouri e Indiana, dos estados con carreras disputadas al Senado, y el bando demócrata ha contratado un discreto tramo de anuncios de televisión en Texas, además de pautar apariciones en medios de Utah.
A la par de que Clinton mostraba rasgos de confianza, se vio obligada a hacer frente a nuevas revelaciones sobre su uso de un servidor privado de correo mientras cumplía labores de secretaria de Estado y de correos filtrados de la cuenta personal de un miembro destacado de su campaña. Registros del FBI publicados este lunes evidenciaron que un miembro destacado del Departamento de Estado procuró, sin éxito, bajar el nivel de clasificación de un correo encontrado en el servidor privado.
En un acto de campaña realizado en Green Bay, Wisconsin, Trump se refirió a ese intento como “colusión” y aseguró que era incluso peor que el Watergate.
“Este es uno de los grandes errores de la justicia en la historia de nuestro país”, denunció.
Mientras Trump mantenía las críticas, el equipo de Clinton buscaba formas de aumentar la ventaja.
La candidata demócrata ha mejorado su posición y es improbable que necesite a alguno de los estados históricamente fieles a los republicanos para llegar a la presidencia. Pero su equipo estima que un margen de victoria amplio ayudaría a poner fin a la propuesta política de Trump y disminuir sus crecientes afirmaciones sobre que las elecciones están manipuladas.
Actualmente, no existen pruebas que respalden las acusaciones de Trump sobre el sistema de votación estadounidense. Un estudio de un profesor de la Facultad de Derecho de Loyola concluyó que de los 1.000 millones de votos depositados en todas las elecciones estadounidenses realizadas entre el 2000 y el 2014, sólo había 31 casos conocidos de fraude por usurpación de identidad.
Con información de AP.
