Guillermo Fariñas, Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia, justo acaba de finalizar una gira por distintas instituciones europeas, en compañía de una delegación que comprendía integrantes del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), las Damas de Blanco y también el Partido Demócrata Cristiano de Cuba.
Estando de visita al Parlamento Europeo, Fariñas y el resto del grupo fueron recibidos por Ana Gomes, eurodiputada del Grupo Socialista Portugués y miembro de la Comisión de Seguridad y Defensa (SEDE) de Asuntos Externos y Derechos Humanos. De igual forma, fueron recibidos por el Grupo ALDE, dirigido por Javier Nart, eurodiputado por Ciudadanos y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la Subcomisión de Seguridad y Defensa.
El grupo que representó a la isla participó en la Subcomisión de Derechos Humanos sobre Cuba y mantuvo una reunión con el Grupo de Amigos por la Libertad de Cuba, encabezada por Gabriel Mato, eurodiputado del Partido Popular. De igual modo, se encontró con Antonio López Istúriz, secretario general del Grupo Popular Europeo. Ambos expresaron su apoyo y compromiso con la lucha y resguardo de los derechos humanos en Cuba.
En un encuentro con Reimer Göge, presidente del Grupo de Monitoreo a Cuba y América Central, se hizo especial énfasis en el rumbo de los fondos presupuestarios, así como en las condiciones de explotación laboral a las que están sometidos los cubanos.
Adicionalmente, los opositores sostuvieron reuniones privadas con Hans-Olaf Henkel y Christian Dan Preda, miembros de las comisiones de Asuntos Exteriores y Derechos Humanos. Veamos parte de las impresiones de Fariñas en conversación con Diario de Cuba:
¿Qué conclusiones extrae de este viaje?
El objetivo de mi viaje ha sido debatir sobre el Acuerdo Bilateral EU/Cuba. Creemos que la UE tiene que estar presente en una transición en Cuba, pero con un acuerdo que incluya una pauta de cuándo se liberará a los presos políticos, cuándo se quitarán los delitos de opinión del Código Penal, cuándo habrá una Ley Electoral, cuándo habrá elecciones libres, cuándo permitirán a partidos y asociaciones independientes legalizarse. No hay nada de eso. El acuerdo respeta el marco jurídico cubano y no hay ni siquiera una cláusula de evaluación sobre Derechos Humanos como la hubo en el acuerdo firmado con Colombia en 2004. Esto es producto de una campaña mediática del Gobierno cubano, con la complicidad de otras fuerzas de hacer creer al mundo que en Cuba las cosas han cambiado. Afortunadamente, muchos eurodiputados se han dado cuenta de la realidad después de nuestra visita, e incluso han denunciado la falta de transparencia en todo este proceso del acuerdo.
Según la información que nos han transmitido, para que entre en vigor el Acuerdo tendrá que ser refrendado también por los parlamentos de los países miembros, y hay por lo menos tres de ellos que me han comunicado que bajo ningún concepto lo aprobarán.
¿Cuál fue su impresión de las reuniones en el Consejo de Europa en Estrasburgo?
En nuestra visita al Consejo de Europa con sede en Estrasburgo, fuimos recibidos por Pedro Agramunt, presidente de la Asamblea del Consejo, por Jordi Xuclà, presidente del Grupo Liberal y Jan Fisher, presidente del Grupo Popular, así como representantes del Grupo Socialista y Ciudadanos.
El Consejo admitió a trámite una moción, firmada por 25 diputados de ocho países miembros, que pide la necesidad de nombrar un relator que prepare un dictamen sobre déficit democrático en Cuba que pueda ser enviado a la Alta Comisionada. Como todos sabemos el Consejo tiene una función muy importante de tutela y consejo sobre la Comisión y el Parlamento.
Es una batalla que empezó, pero todavía le quedan varias escaramuzas y combates. Si sabemos actuar con paciencia, con certidumbre, inteligencia, valentía y decisión creo que indiscutiblemente vamos a lograr que la UE no sea cómplice del régimen cubano.
¿Qué grado de conocimiento de la situación de derechos humanos en Cuba ha visto en los europarlamentarios?
Yo creo que todas las partes saben lo que está ocurriendo en Cuba, lo que desgraciadamente, como ocurre con el terrorismo, hay países que hasta que no ven su techo arder no toman medidas drásticas. Creo que ellos, hasta que no vean que la sangre corre en Cuba en una guerra civil —que ojalá no se produzca—, no quieren tomar cartas en el asunto.
Se ha creado un lobby de empresas europeas y americanas para tratar de obtener ganancias, que están en contra de los principios de libertad y democracia que deben defender los países democráticos y sus instituciones. Por ejemplo, no le están pidiendo al régimen en ese acuerdo que a la hora de contratar se tenga en cuenta las reglas de la OIT. Ahora mismo los trabajadores cubanos solo reciben un porcentaje de lo que se le da al Estado comunista. Creo que las maquiladoras que tenemos en Centroamérica son cosas simples con respecto con lo que ocurre en Cuba. En Cuba, estamos hablando de esclavitud en pleno siglo XXI. Hay una especie de moda de hacerse el tonto y de mirar para el lado en este momento que se está cayendo. Vinimos a Europa a trabajar con la vergüenza y la moral de los europeos y tratar de mantener nuestra esperanza de que no nos van a dejar abandonados en manos de un Gobierno como el castrista que viola los derechos humanos.
¿Qué más se sabe de los lobbies que trabajan en la UE a favor de los intereses del régimen?
Los lobbies están constituidos por empresarios y abogados de empresas que esperan obtener ganancias y olvidan los derechos humanos. Creo que habría que sensibilizar a la opinión pública internacional para que presionen a sus funcionarios públicos electos para que no miren hacia otro lado en cuestión de derechos humanos y para que escuchen. Desatender los derechos humanos nos conduce a un enfrentamiento que, a la larga, puede tener consecuencias devastadoras para todo el mundo.
Antes hablaba del proceso de paz en Colombia. ¿Usted cree que ese modelo debería aplicarse en el caso cubano?
Sí. Como se hizo en Colombia todos los afectados deben estar presentes en la negociación con el Gobierno cubano. Pero La Habana no quiere esto. Yo personalmente he pedido cuatro veces cita con el señor Portocarrero en La Habana y nunca ha recibido a los Premios Sajarov. Es una mentira flagrante decir que el Servicio de Asuntos Externos, cuya representante es la señora Mogherini, ha tratado las condiciones del acuerdo con la oposición. Si las Damas de Blanco y yo mismo somos Premios Sajarov y no lo ha hecho, ¿con quién han hablado?
Con información de Diario de Cuba