El embargo es un poco como las elecciones de 2016. Todos quieren saber cuándo habrán terminado.
La respuesta corta es: Todavía no, pero el fin ya se acerca. He aquí una de las razones.
Durante décadas, la discusión acerca de la política de EE.UU. hacia Cuba se estancó porque los beneficiarios del fin del embargo eran en gran parte invisibles, mientras que sus mayores defensores eran visibles, poderosos y estaban decididos a no perder. Este desequilibrio hizo que las perspectivas del cambio parecieran eternamente sombrías.
Como si fueran guiados de la mano oculta de un organizador comunitario, los beneficiarios de una relación más abierta y más recíproca con Cuba han emergido en estos ocho años más recientes, comenzando con los cubanoamericanos que utilizaron su derecho a viajar y a enviar remesas, ampliados en 2009, para visitar en masa la isla, apoyar a sus familias y alimentar los nuevos negocios que iniciaron y ayudarlos a crecer.
Desde entonces, a los cubanoamericanos se les han sumado otros beneficiarios de los viajes y de políticas comerciales más abiertas – líneas aéreas transbordadores, gerentes de hotel, finanzas, y empresas de telecomunicaciones, por ejemplo– con un enorme interés en protegerlas y hacerlas irreversibles.
Debido a que la Casa Blanca hace una semana emitió su Directiva de Política Presidencial y cambios adicionales a las regulaciones, la lista de intereses adquiridos está creciendo en formas profundamente importantes y prácticas.
Si uno tiene cáncer o diabetes, o conoce a alguien que lo padece, la salud y bienestar futuros se verán afectados por las nuevas reglas del Tesoro que permiten a científicos de EE.UU. “a colaborar libremente con contrapartes cubanas en múltiples campos, desde terapias contra el cáncer hasta para combatir el virus de zika”, como reportó la revista Science Magazine.
Muchas terapias que actualmente se encuentran pasando pruebas o que están disponibles para su uso fuera de E.E.U.U. para el tratamiento de cánceres de pulmón y gástricos, úlceras del pie diabético y otras enfermedades graves podrían estar pronto al alcance de los médicos estadounidenses y sus pacientes.
Es probable que el acceso a estos tratamientos baje los precios de medicamentos, según reportó Modern Healtchcare. La nueva política, que brinda a los productos farmacéuticos desarrollados en Cuba una trayectoria reguladora más clara para la importación y la venta, “podría traer a EE.UU. medicamentos [de Cuba] más baratos y acreditados si son aprobados por la Administración de Alimentos y Medicinas”.
Más allá de la atención médica, las nuevas políticas crearán oportunidades para negocios de EE.UU. en Cuba que brindarían beneficios y empleos aquí. Comohan observado analistas comerciales:
- Las nuevas reglas permiten que empresas y contratistas de la construcción estadounidenses construyan y reparen sistemas de infraestructura en Cuba, incluyendo el transporte público, gestión del agua y de desechos, generación y distribución de energía, hospitales, así como viviendas subvencionadas y escuelas.
- Se autoriza la exportación de bienes de consumo, incluyendo mercancías vendidas en línea, que impulsarán el desarrollo y crecimiento del comercio electrónico en Cuba y permiten promover la accesibilidad a la Internet en Cuba.
- También autorizan a “compañías de EE.UU. a desarrollar, negociar, y concluir oportunidades de negocio en Cuba en cuanto a mercancías, servicios, o combinaciones de ambos”, y a firmar los contratos respectivos para obtener la aprobación reglamentaria. Antes de la pasada semana, las compañías tenían que solicitar primero la aprobación reglamentaria, lo que a menudo frustraba la posibilidad de hacer cualquier negocio en Cuba.
Como comentaron expertos en comercio, “esto es una gran cosa.”
Agregando a la escena beneficiarios de la reforma a la política hacia Cuba, podríamos mencionar a los pasajeros que buscan asientos con las líneas aéreasque ahora están vendiendo vuelos de ida a Cuba por apenas $54, o los que escriben en Travel Weekly, que se preocupan por proteger las ganancias de su sector bajo el gran titular de “La política de Trump hacia Cuba podría ser un revés para la industria de viajes”.
Finalmente, hay candidatos a cargos públicos en la Florida que están a favor de la reforma de la política y cuyas campañas están siendo apoyadas ahora por miles de cubanoamericanos de ambos partidos políticos que quieren que se eliminen las prohibiciones al comercio y a los viajes. Esta semana, por ejemplo,The Miami Herald endosó al representante Patrick Murphy (Distrito 18 de la Florida) en su aspiración a destronar al senador Marco Rubio, en parte porque “él apoya la abertura diplomática hacia Cuba”. Además, “la Asociación Latina de Constructores, un prominente grupo de la industria fundado por exiliados cubanos, recientemente endosó en Miami a la señora Clinton, la primera vez en sus 45 años de existencia que ha apoyado a un candidato presidencial demócrata”, según divulgó The Wall Street Journal. Esto sucede en la Florida, el punto cero de la estridente actividad antiembargo.
Al escribir en The Nation, Peter Kornbluh planteó de la forma siguiente la pregunta que se infiere del importante avance diplomático de Obama en 2014: “¿Podrían ser construidos y reforzados firmemente los puentes políticos, comerciales y culturales entre Estados Unidos y Cuba, de manera que el proceso de normalización pueda soportar a los actuales y futuros enemigos de la reconciliación?”
La respuesta es sí, pues las reformas del presidente –seguramente irreversibles– han desplazado el poder de los partidarios más estridentes del embargo a los beneficiarios emergentes de la apertura con Cuba.
No, el embargo no ha terminado. Pero el proceso para su fin está firmemente en curso –gracias, en gran medida, a la visión organizadora del presidente Obama que cambió la economía política de este problema, la cual había impedido el progreso demasiado tiempo.
Publicado originalmente en Cuba Central